Capítulo 1.

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*Laura*

Cuando mamá me dijo que nos íbamos a Oviedo a vivir, me puse muy contenta. Siempre había querido ir. Pero saber que no volvería a ver a mis amigos y amigas me entristeció. Llevo 16 años viviendo en Beniel, vamos, desde que nací. Y, quieras o no, se te hace duro dejar el sitio donde te has criado. Sus calles, sus tierras, su gente, su acento..
Dios, iba a pasar del acento murciano-raro al asturiano en unas horas.. se me haría super raro. Bueno, y se me hace.
Aquí estoy, en Alicante, rodeada de pijos, esperando el tren para ir a una ciudad totalmente desconocida pero deseada..
Estoy emocionada, tanto para bien como para mal.
He dejado a mis amigas, y a mi Carlos... He llorado mucho, y sé que voy a llorar más aún, cuando me vea sola en un sitio totalmente nuevo.
Se me ha hecho un nudo en la garganta cuando por megafonía han avisado de que el tren que va a Oviedo está en el andén.
Adiós, Alicante. No sé si volveré a verte.
Adiós, tren de Cercanías. Tampoco sé si volveré a verte.
Se me escapan las lágrimas sin darme cuenta. Pero en seguida me recompongo. Voy al baño un  segundo y me miro al espejo. Debería estar contenta, y en el fondo lo estoy, aunque por fuera no lo parezca. Me seco las lágrimas, recuerdo los montes, en aire fresco, el frío... y de inmediato sonrío.

Salgo, y mi madre está esperandome con las maletas. Vamos a dejarlas en la cabina de rayos X y pasamos. Despues las recogemos, y vamos hacia el andén donde se encuentra el tren. Hecho un breve vistazo a Alicante. El último vistazo. Bueno, el último de momento.. y me doy la vuelta y entro en el tren.
No hay demasiada gente. Es un viaje muy largo, y agradezco la comodidad de los asientos.
Me acomodo, y sin ni siquiera quererlo, me quedo dormida..
Me despierta mi madre para que le de el billete, que lo tengo guardado en el bolsillo trasero del pantalón vaquero desgastado negro que llevo. Lo saco y se lo doy.
"Vaya, mamá, muchas gracias por despertarme. Ya no puedo dormir!" pienso.
Saco un libro titulado "Entre las sombras" de Care Santos. Ese libro me lo regaló Carlos. Ay, Carlos, hace tan poco que te he visto y ya te echo de menos... "Y más que lo vas a echar.." me dice mi subconsciente, apenado..
Meneo la cabeza, triste, y empiezo a leer.

Vaya, llevo ya casi todo el libro, y ya hemos llegado.
La verdad es que estoy cansada. Me duelen los ojos y la cabeza. A parte, tengo un hambre de mil demonios.
Salimos al parking, y hay un hombre con un letrero que pone "Familia Valle".
Creo que pone Familia porque yo llevo el apellido de mi madre, y las dos somos una familia. Una familia de dos personas, hija y madre. El padre que se vaya a cagar.
El hombre del cartel nos mira esperando una explicación cuando nos acercamos a él. Intuyo que no piensa que somos la Familia Valle.
Cuando mi madre le dice quienes somos, veo una pizca de vergüenza por su poca cabeza en sus ojos, y se disculpa con nosotras.
Montamos al coche, un todo terreno 4x4, habiendo dejado las maletas en el maletero previamente.
Hacemos un trayecto corto, de unos 10 minutos, hasta que llegamos a la casa nueva.
Tengo la sensación de que es preciosa. Al entrar al recibidor, a mano izquierda, hay un espejo en la pared de color crema que va desde el techo, que es blanco hueso con unas monturas, hasta el suelo, que es de mármol blanco y negro, y delante hay un mueble de madera autentica, que es igual de ancho que el espejo (unos dos metros). Creo que es de roble. Es un diseño clásico.
Encima del mueble, hay un jarrón de barro pintado de negro, con unas flores frescas preciosas.
En la pared de la derecha, hay un cuadro de una mujer semidesnuda acostada en un sillón, y un ángel le hace una trenza, mientras el otro le da uvas. Parece una diosa griega. La verdad es que es muy bonito.
Siguiendo el pequeño pasillo del recibidor, hay una bifurcación.
El pasillito de la derecha, lleva al comedor.
Es grande.
Las paredes y el techo son del mismo color que el recibidor.
Al fondo de la estancia hay un mueble, también clásico, de madera noble, marrón, super grande. En medio hay una gran pantalla LCD. Parece de unas 42 pulgadas. En frente de él, hay un sofá de piel blanco en forma de L.
El comedor tiene un gran ventanal, que es balcón, que da a los montes asturianos. Desde ahí se ven vacas.
En la pared donde está la puerta, hay una mesa grande, tambien de alguna madera noble, con las sillas a juego. En medio hay un candelabro de plata, con 5 velas apagadas, que descansa sobre un mantel de lino gris, con los bordes rojos. Las cortinas del ventanal están a juego.
En la ultima pared hay una estanteria repleta de libros.
En todas las paredes hay pequeños cuadros de paisajes. La verdad es que el comedor es precioso.

Al otro lado de la bicurfación hay un pasillo largo.
En la ultima estancia está la cocina, tambien grande. Hay una cocina de isla, y la encimera en forma de L (vaya, parece que el constructor tenía un grave problema con las L's) es blanca, a juego con los muebles. Los azulejos de la parte de la encimera son negros, como el suelo, que sigue siendo de marmol. El resto de la cocina es de azulejos blancos, y las cortinas son negras. La mesa que hay al lado de las ventanas es blanca, pero un mantel negro (oh, ¡qué casualidad! Casi no lo adivino) la cubre.
Vaya. Toda una cocina blanca y negra. A decir verdad es original.
Las habitaciones de mi madre y mía están una al lado de la otra.
La mía tiene las paredes de color morado, con el mobiliario rosa alilado. El edredón es blanco, con franjas gordas rosas, y el almohadón, que se ve, es rosa fucsia, así que supongo que las sábanas en si son fucsias. Los armarios, las lejas y el escritorio son rosa alilado, como la cama y la mesita, que tiene los cajones fucsias.
Demasiado rosa y morado para mi gusto, pero está bonita. Encima del escritorio hay una pantalla de ordenador. En el suelo está la torre, y en la leja deslizable el teclado. Me pregunto dónde estará el ratón.
En las estanterias de la habitación hay algunos libros. Mas tarde los miraré.

La habitación de mi madre está al lado de la cocina. Tiene un baño mas bien mediano tirando a pequeño. Tiene azulejos azules, y el retrete, el plato de ducha y los lavabos (tiene dos) son blancos. En la pared donde los lavabos hay un enorme espejo.
La habitación en si es un poco más grande que la mía, aunque no lo parece debido a la cama de matrimonio. Tiene un armario-vestidor, con lejas y muchísimas perchas.
Cada leja tiene un ojo de buey en cada lado. Bueno, todo el armario tiene ojos de buey. Es el armario más iluminado que he visto. Las luces se activan con un sensor de movimiento. Creo que al decorador de interiores le pusieron los cuernos y el amante se escondió en el armario, y por eso pone tantas luces y con sensor de movimiento. Pilló un trauma.

La habitación es de color crema, con el techo blanco. Las puertas del armario son grises, igual que las mesitas de noche y la cómoda. En cada mesita hay una lámpara.
La cabecera de la cama, que mide lo menos dos metros de ancho, es negra, y arriba hay un cuadro de un paisaje.
La ropa de cama es gris con una franja negra a la mitad.
La luz central lleva un regulador de intensidad. Eso hace que se pueda crear un ambiente sensual en la habitación.

Ya he terminado de ver la casa. Estoy muy cansada y tengo hambre, pero no creo que vaya a aguantar hasta que mi madre venga con algo para comer. Mejor me voy a dormir.
Pero antes, miro los regalos que me han hecho.
El más significativo, es el de Carlos. Me ha regalado un álbum de fotos con todas y cada una de las fotos que nos hemos hecho hasta ahora. Debajo de cada una hay una fecha, un momento y una frase. Se me llenan los ojos de lágrimas, hasta que rompo a llorar en silencio, pasando las páginas de este álbum. Es increíble cómo no me he podido dar cuenta hasta ahora.
Me he acordado de sus palabras antes de irme, en la estación de Beniel: "Sonríe, Laura. Vas a la ciudad de tus sueños, en la zona de tus sueños: en el norte. Sin calor, sin sol abrasador.. Solo frío y lluvia. Lo que a ti te encanta. Y monte. Mucho monte. Adoras el norte, y al fin te vas a ir allí a vivir. Así que sonríe. Yo nunca te olvidaré, pequeña, y espero que tú a mí tampoco. Te quiero." y despues de eso, me ha besado con más pasión que nunca. Ahí me he dado cuenta de que yo tampoco le voy a olvidar, y de que le quiero. Ya no como mi mejor amigo. Le quiero de verdad. Abrazo el álbum de calaveras con la mejor foto nuestra, de carnavales, por portada, y lloro hasta quedarme dormida.

El bello y la bestia .. ¿?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora