Parte 7. Carta 4.

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En algún lugar de nuestras atormentadas mentes y corazones.

¿Alguna vez viste las diversas emociones que me provocabas el día que nos conocimos en la central de autobuses?

Tenía miedo.

Estaba absolutamente aterrado con la sensación de que algo saldría estrepitosamente mal y quedaría todo hecho polvo a mí alrededor, dejando nuestra extraña historia en una indiferente soledad a causa de nuestra imaginaria incompatibilidad. Pero me equivoqué. Y bendigo a lo que sea que nos supere porque así haya sido. Estábamos al borde de un colapso cuando estuvimos frente a frente, eso era extremadamente obvio. Sin embargo, en cuanto te sentí pegada a mi cuerpo y tus brazos alrededor mío, sabía que no acabaría ahí. Sabíamos de qué trataba todo aquello y las palabras de presentación habían salido sobrando. Nos entendíamos a nuestra manera.
Desde antes de conocernos, habíamos tenido un nivel de compatibilidad a nivel emocional que no pudimos predecir. Nuestras almas estaban atormentadas por las heridas de guerra que teníamos. Porque nosotros tenemos esa jodida costumbre de amar con toda el alma a la gente que tenemos en nuestra vida, incluso a las que nos roban el aliento. Cargábamos el peso de nuestra vida en la mirada. Mirarnos por primera vez fue como si alivianáramos esa gran opresión. Y, quiero agradecer al universo, a Dios si es que el grandísimo hijo de puta existe, o a quien sea, por habernos cruzado. Porque ese encuentro casual cibernético, hizo que nos uniera algo más que el interés por las palabras y el cambio social, hizo que la fuerza para salir adelante y descubrir que existen personas extraordinarias en el mundo, vagando por ahí, buscando el momento perfecto para hacer acto de presencia en la existencia de otro ser extraordinario para, así, crear una chispa, y hacer arder al mundo.


Atlas- Beta


Canción Número SieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora