En la biblioteca

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Cuando despierto no ha amanecido del todo.
Mis padres aún duermen. No sé a qué hora llegaron pero es evidente que alguien se tomó la molestia de arroparme. Busco el móvil para revisar mis redes sociales antes de que llegue la hora de arreglarme, al encenderlo soy acribillada por 15 mensajes de Hyejin, todos peguntando a donde me había metido.

Admito que fui una grosera con ella, aparte de plantarla le había gritado… y no se lo merecía, Hyejin no solo era mi mejor amiga, era la única, desde siempre. Ya me disculparía con ella, llegando al colegio. Sus mensajes me trajeron el recuerdo del almuerzo, de Kim Yongsun, y sonreí tontamente al pensar en ella.

Pero me equivoqué al pensar que esa comida de alguna manera había establecido un lazo entre nosotras. Las dos semanas siguientes no dio la más mínima señal de recordar el almuerzo, incluso empezaba a dudar que hubiese estado con ella es ese restaurante, tal vez tenía una hermana gemela… o tal vez el cansancio me había hecho alucinar. No le tomó mucho hacerse muy mala fama en el colegio. Pronto se convirtió en la profesora más odiada, tanto por sus alumnos como por aquellos que habían escuchado las aterradoras narraciones de sus clases, de sus complicados interrogatorios, de los insufribles exámenes orales y por supuesto de nuestra más grande pesadilla, los ensayos.

Y peor parte es que el resto de los maestros trataban de imitarla, no les hacía gracia que una profesora recién llegada se hubiese ganado el
respeto absoluto de todos los estudiantes o el temor, como se le quiere ver a lo que Kim Yongsun inspiraba en sus pupilos, que se paseaban de un lado a otro con el rostro detrás de un libro o garabateando las líneas de algún ensayo que tenían pendiente. Honestamente a mí me intimidó desde el principio pero a medida que avanzaban los días la profesora Yongsun iba despertando otras cosas en mí.

Aparte de ser una mujer indudablemente hermosa, también era inteligente, ingeniosa y elegante. Mientras hablaba en las clases yo no podía hacer nada más que contemplarla con fascinación. Ella tenía un poder especial para atrapar toda mi atención y mantenerme embobada, aun cuando no estaba frente a mí.

—Pero si ayer conté 100 más… —le gritó Hyejin a su libreta después de contar por quinta vez el total de palabras que llevaba hasta ese momento.

—Tal vez se te quedaron en el salón —me burlé.

—ja-ja-ja ¿Cuántas llevas tú?

Me encojo de hombros.

—Pasaré toda la noche trabajando en eso.

—Es una reverenda estupidez —se queja.

La vieja bibliotecaria carraspea molesta.

— ¿Qué? —pregunto en un susurro mientras ojeo unos libros que alguien ha dejado sobre ese escritorio.

—Este ensayo a mano ¿Cuál es el caso?

—Revisar la ortografía —respondo con obviedad.

—Para joder diría yo.

La bibliotecaria vuelve a carraspear molesta, al mismo tiempo que mi amiga lanza un furioso bufido y vuelve a su labor de contar palabra por palabra. En lugar de estar contando debería ponerse a escribir, pero prefiero guardarme mis pensamientos. No anda de muy buen humor, últimamente nunca trae humor. Me he percatado que Kim Yongsun le jode hasta un punto que no puedo comprender. Jamás ha parecido que trae nada en su contra, la profesora le ha dado a mi amiga el mismo trato que a todos.

Inesperadamente comienza a guardar lapiceros, cuadernos y libros en su mochila.

—¿Ahora qué? —pregunto confundida.

Ella ha guardado todo pero continua sentada frente a mí.

—No soporto esta idiotez ni un segundo más.

➸ Si fueras mía | MoonsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora