Capitulo 2

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Sofía había desaparecido por completo, era como si en un mes se hubiera mudado a lo de Octavio, ella argüía que era porque le quedaba más cerca de la universidad, con Olivia sabíamos que no se podían separar ni un segundo y por otro lado agradecíamos que se hubiera llevado su recién adquirida melosería a otra parte.

Yendo a la universidad 18 horas por semana, no tenía mucho margen para gastar el tiempo a lo bobo y llevar las lecturas al día, pero hubo un fin de semana en el que Olivia enloqueció por el estreno de Stranger Things y nos clavamos en el sillón ocho horas seguidas para verla de un tirón con mate y galletitas. Una cosa llevó a la otra y cuando terminó la serie decidimos agrandar el combo y ver dos películas, ella eligió La La Land y yo Laberinto. Nos terminamos durmiendo como a las tres de la madrugada.

El lunes llegué temprano a la clase, necesitaba leer los textos para el seminario sin quedarme dormida así que pedí un café para llevar en un barcito cerca y como el aula en la que teníamos la clase estaba vacía aproveché el silencio del lugar para concentrarme. Una hora después apareció él, con un café igual al mío en las manos y su bolso colgando de uno de sus hombros.

- ¿Interrumpo? - Preguntó parándose en seco en la entrada como pidiendo permiso para entrar con una modestia que no se creía ni él mismo.

- No, para nada - Le respondí ahogando un bostezo. El se acercó hasta donde estaba y se acomodó a mi lado.

- ¿Poniéndote al día? - Sonrió.

- Repasando - Mentí.

- Como si lo necesitaras.

- ¿Por qué?

- ¿Estamos en la misma clase? - Me preguntó arqueando una ceja, como sintiéndose insultado, le dio un sorbo largo al café, tragó dos veces el líquido haciendo ruido con la garganta y yo sonreí como una tonta.

Nos quedamos charlando un rato de nada hasta que se acercó la hora de que empezara la clase. No me acuerdo de que hablaba pero lo hacía con pasión y gesticulando mucho con las manos. Tenía manos grandes y de un blanco transparente. Me las imaginé suaves. Me las imaginé tocándome. No me gustaba su soberbia encubierta ni el color de su pantalón, quizás admiraba un poco su capacidad intelectual, aunque estaba segura de que ni siquiera compartíamos el mismo gusto musical, pero había algo que hacía que hubiera pensado en él de alguna manera en las últimas semanas.

Se levantó despacio cuando escuchó que se abría la puerta, tiró el vaso de cartón en un cesto y se mudó a su escritorio. La chica de rulos que se reía de todos sus chistes había llegado media hora antes a la clase. Lo saludó efusiva, él le respondió con desinterés y la invitó a tomar asiento en su lugar.

Cuando la clase terminó me preguntó si me podía quedar porque tenía que hablarme de un trabajo que había entregado la clase anterior. Le dije que sí, y le avisé a Olivia con las manos que no me esperara. Cerró la puerta a mis espaldas, y se apoyó casual contra la pared, se tiró el pelo para atrás en un ademán bastante orquestado pero que pretendía ser natural, se me escapó una risita.

- ¿Que pasa? - Me preguntó tranquilo.

- Nada, capaz deberías cortarlo, se te cae sobre los ojos y te lo tocás tanto que el pelo te queda grasoso.

- ¿Me estuviste observando?

- No, solo lo haces muchas veces.

- Lo voy a considerar.

- Me alegro.

- Leí tu ensayo.

- Que bien.

- ¿Estás ocupada el próximo sábado?

- Soy tu alumna ¿Pensaste en eso?

- Muy graciosa - Sonrió condescendiente - Va a haber un simposio del observatorio de género de la universidad, los directivos están buscando ponencias que llamen la atención del público jóven y creo que tu ensayo sobre el Punto G entra en ese target ¿Te interesa?

- Claro.

- Deberías extenderlo un poco más, puedo ayudarte con el enfoque si lo necesitas.

- ¿Hasta cuando tengo tiempo?

- Hasta la próxima semana.

- Genial, te envío algún adelanto por email si te parece.

- No es necesario, sé que harás un gran trabajo.

- Gracias, nos vemos la próxima - Le dije colgándome mi mochila y abriendo la puerta.

- Por cierto, no me generaría un problema.

- ¿Que cosa?

- Que seas mi alumna.

El comentario me sorprendió, por lo directo, pero no me sonó raro. A mi tampoco me generaba ningún problema. 

#1 ¿Qué quiere un hombre de una mujer que no quiere nada de él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora