LÁGRIMAS

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... de color naranja, ácidas como el limón. Dolían al brotar y dejaban un surco incurable de dolor a su paso. Cada minuto, cada segundo, era una tortura para mi.

La gente miraba perpleja como mi cara, antaño preciosa y perlada se iba transformando día tras día en una burla satánica, algo tan desagradable y asqueroso que nadie querría mirar nunca.

Y así pasaba días y días encerrada en mi habitación, con la única compañía de Flink, mi gato persa y las visitas eventuales de mi madre para darme de comer. "Deberías ir al instituto"- decía. "Así te estás labrando un futuro desastroso". repetía continuamente.

Y lo sabía, pero cuantas mas semanas pasaban menos se preocupaba y así, mediante pasaba el tiempo, dejé de sentir y apagué mis sentimientos. 

La vida interior de Lolita Flinkes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora