ELLA ERA FRÍA

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.. y cálida a la vez.  

Un día de esos tantos, apareció por su casa Iggy. ¡Hacía tantisimo tiempo que no la veía!  Corrió hacia mi cama y me abrazo. Me abrazó como los viejos abrazan a las muñecas hinchables, dando mucho sin recibir nada a cambio.

Mis ojos, perdidos, miraban hacia algún lugar de la pared.

- ¡si tu no hablas, tendré que hacerlo yo!- dijo, de pronto.

Yo , me mantuve estática; no moví ni un músculo. Todas aquellas palabras que soltaba eran insignificantes para mi. Carecían de sentido y mi cerebro las procesaba sin darles importancia. 

Entonces, me agarró fuertemente y echó a llorar. Lloraba como nunca, desesperadamente.

- ¡Vuelve, Lolita, por favor!- decia continuamente mientras me zarandeaba

- ¡Te necesito mas que nunca!

Yo seguía en la misma posición, quieta e inmutable. Iggy dejó de llorar y se quedó mirándome fijamente, con el ceño fruncido. Apartó la mirada por un momento para coger el botellín que estaba en la mesilla, desenroscó el tape despacio y, con un golpe de muñeca, lo derramó sobre mi cabeza.

Yo reaccioné, me levanté de la cama y empecé a gritarle.

- ¡Bueno, al menos has reaccionado!

Yo continuaba despotricando, diciendo lo mala amiga que era.

- ¡Podrías dejarme vivir!- salí corriendo hacia el baño, llorando a mares.

Iggy se quedó quieta en medio de la estancia. Mi madre subió deprisa por las escaleras.

- ¿Qué ha pasado, Iggy, cariño?

- Nada, señora Becker. Yo ya me iba.- Bajó las escaleras rapidamente y pegó un portado al salir.

Mi madre se acercó a la puerta del lavabo.

- Cariño, abre la puerta.- No pensaba abrirla, mi paciencia había llegado a su límite.

- ¿Se lo dijiste tu, verdad? Le dijiste que viniera y que hiciese todoo ese teatro.

- No se de que me estas hablando, Lola. Si abres la puerta, podemos hablar y ver que ha pasado. 

No respondí. Pasó una hora, quizas dos. El tiempo corría y mi madre perdió la esperanza. Llegó la noche y salí del baño. Eran las tres de la madrugada. 

La vida interior de Lolita Flinkes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora