Me desperté, jadeando y sudando. A mi lado, Sebas dormía, no parecía tener un mal sueño. Me encantaba que no roncase, además, estaba muy mono cuando dormía. Una de sus manos aún descansaba sobre mi cintura. Me volví a acurrucar contra él y suspiré con fuerza. Solo había sido un mal sueño, aunque, había que reconocer que este sitio daba escalofríos. Tuve una idea, me quedé en completo silencio, a la espera de oír los murmullos. Sin embargo, no se oía nada.
Un ronquido rompió el silencio, haciéndome pegar un salto. Bueno, tenía que retirarlo, Sebas si que roncaba.
A lo lejos se oyó un timbre, el que anunciaba el final del recreo. Sacudí a Sebas suavemente. Poco a poco fue abriendo los ojos.
-¿Que pasa?- preguntó mientras se incorporaba
-Venga, si nos damos prisa puede que lleguemos a tercera hora-le apremie
El me miró, sonriente
-¿Llevamos durmiendo casi tres horas?
Yo asentí, era verdad, parecía menos tiempo.
-¿Que hay a tercera?- preguntó
-Economía
El suspiro y se levantó
-Si no hay más remedio
Le comprendía¿Quien quería ir a economia?, pero teníamos que ir si no queríamos suspender. Y a mi no me convenía suspender. No quería tener otra discusión con mi madre.
Bajamos corriendo las escaleras y entramos en clase, justo a tiempo, el profesor entró tras nosotros y cerró la puerta.
-Bien, veo que el señor Grigori y la señorita Vélez al fin se han dignado a aparecer por clase-dijo con frialdad.
Nos dirigimos a nuestros sitios y nos sentamos. Caigo en una cosa
-Sebas-susurré, el se giró-nos hemos dejado la manta arriba
El me hizo un gesto con la mano, como quitándole importancia.
-Después vamos a por ella
Yo seguía nerviosa, nunca sube nadie, pero, aún así, siempre nos lo llevamos todo. Para que, si a alguien se le ocurre subir no sepa que ha habido alguien ahí. Seguí toda la hora nerviosa, no me pude concentrar en todo lo que decía el profesor. Sebas lo noto y me apretó la mano bajo la mesa.
-Tranquila-me susurró- si quieres voy ahora
Yo asentí antes de que acabara la frase. El se levantó totalmente decidido y el prfesor lo miró contra mala cara, con el ceño fruncido. Así parecia incluso más mayor, puede que pareciera de cuarenta y tantos años, pero apenas tenía treinta. La barba de varios días,las ojeras y las entradas que tenía a ambos lados de la cabeza no ayudaban precisamente y tampoco que vistiera siempre tan arreglado y estuviera siempre de mal humor.
-Tengo que ir al baño-anunció Sebas.
El profesor frunció aún más el ceño, pero le dejó ir.
Él salió, fingiendo que ya no podía aguantarse más y lo perdí de vista cuando el profesor cerró la puerta. Los minutos que tardó en volver se me hicieron eternos. Al fin volvió, pero tenía un lado de la cara roja y no vi indicios de que hubiera conseguido coger la manta.
Al sentarse, antes de que yo pudiera siquiera abrir la boca me dijo que luego me lo contaría. Yo asentí, quería saber que había pasado, por que no había podido recuperar la manta y, para colmo, esa marca roja que se asemejaba a una mano. ¿Le habrían pillado subiendo? No, le habrían expulsado.¿Ha ido verdaderamente al baño? Podría ser, alomejor se refería a ir después, cuando acabase la clase, pero¿Y la marca de la cara? Puede que se haya caído, o que haya recibido una torta por equivocarse de baño y entrar en el de la chicas ¿Y si tenía una amante y la ha ido a ver pero ella se ha cansado de él y le ha pegado? Déjate de historias, eso era imposible¿o no? Si si, era imposible.
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traiciones
Teen FictionUna chica llamada Valeria se ve superada cuando se encuentra con un misterio mas antiguo que la vida misma. Su primo no es de mucha ayuda y antiguos amigos le harán la vida imposible. Gente que creía que le apoyaba la traicionarán y se tendrá que en...