Bestias y armas - Capítulo IV

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-¡Corre Stiles!, ¡corre y no te detengas!
Escuché el eco de la voz de Claudia.

Mis piernas se movían con torpeza por el denso bosque, sentía como los perros me pisaban los talones. Tenía miedo.

-¡Abajo!

Escuché un grito masculino, obedecí de manera instantánea notando como una de las bestias pasaba sobre mi cabeza rozando mi coronilla.

Ahogué un jadeo y mire hacia atrás notando al dueño de la voz, el chico peliblanco.
Retomé mi carrera notando como el aire comenzaba a faltarme pero no estaba en mis planes detenerme.

Una pequeña ladera se hizo presente. Resbalé por ésta callendo de manera nada elegante en la maleza.
Jadee en busca de aire, sentí un tirón en mi tobillo dolía como el infierno.

Gotas tibias calleron en mi nariz, mire hacia arriba topandome de lleno con las dos bocas de un enorme perro negro de dos cabezas. Sus ojos eran completamente animales y tres filas de dientes afilados en cada boca junto a un montón de espuma blanquecina me devolvieron el saludo.

2 Horas antes.

Un corazón latía con frenesí en la habitación de huéspedes. Stiles había despertado desorientado y por sobre todo confundido

El castaño observó la habitación en la que se encontraba. Era pulcra, el suelo era de madera y los muebles eran de un negruzco brillante.

Frente a la cama había una puerta de madera oscura, se levantó con suavidad dirigiéndose a ésta; la abrió y asomó la cabeza mirando hacia los lados de una manera cómica.

¿Donde estoy?

El chico de ojos burbon estaba confundido, hambriento y al parecer con lagunas mentales.

Caminó por el pasillo del lugar, era oscuro y daba mal rollo. Al final del recorrido se topó con una pintura dónde estaba retratada una mujer de cabello castaño labios finos y ojos aceitunas. La observó con fijeza y como por arte de magia los sucesos ocurridos en las últimas horas le llegaron de golpe.

¿Mamá?

Comenzó a correr por el pasillo dirigiéndose al lado contrario de donde se encontraba. Al final había una escalera que daba hacia la planta baja.

Descendió con rapidez las escaleras y no visualizo a nadie.

Escapar. Escapar. Escapar.

Con sigilo se dirigió a lo que parecía la puerta de entrada, la abrió y salio fuera. Un espeso bosque se alzaba en toda su gloria frente a él.

¿Beacon Hills?

No. La vegetación de Beacon es distinta. Aquí es mas densa.

Se adentró al bosque mirando hacia los lados con paranoia.
Bastante justificada según los hechos que habían ocurrido en las últimas horas.

Caminó durante lo que parecieron horas tratando de encontrar alguna carretera.
Se detuvo de golpe al oír ramas quebrandose y gruñidos.

-¿Que mierda?
Mencionó Stiles al ver de donde provenía el gruñido.

Una especie de perro de dos cabezas, con ojos rojos y tres filas de dientes en cada monstruosa boca lo observaba con hambre.

La bestia emitió un gruñido feroz y salio en su persecución. El chico de ojos whisky comenzó a correr como alma que lleva el diablo. Esquivando ramas y raíces en su camino con no mucha fluidez.

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