Voces y Lamentos - Capitulo V

962 88 9
                                    

Anteriormente en 'Punto de Quiebre'

—¡Corre Stiles!, ¡corre y no te detengas!

Escuché el eco de la voz de Claudia.

...

¡No es posible que no lo estén buscando! ¡Se supone que son sus amigos! ¡Su manada!

...

—¡Entiendenos Jhon!, Stiles la mató, ¡el mató al amor de mi vida! ¿Cómo pretendes que actúe como el Scott de antes? Aún duele.

...

Mis piernas se movían con torpeza por el denso bosque, sentía como los perros me pisaban los talones. Tenía miedo.

¡Abajo!

...

Abrí los ojos notando a la bestia muerta delante de mí.
Miré hacia arriba topandome con una mirada bicolor.
El chico de cabello blanco me había salvado.

Estamos a mano.
Me dijo mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar.

...

Beacon Hills - Residencia Stilinski

—¡Bastardos!

Gruñó Jhon a la nada. Quería a su hijo de vuelta.

Noah había decidido ir a su casa para estudiar el panorama.
Al llegar se encontró con la casa vacía, pues los agentes ya habían hecho su trabajo tomando muestras de sangre y huellas dactilares.

La puerta trasera estaba sacada de las vigas, había manchas de lodo en la alfombra y las escaleras.

La habitación de Stiles estaba tal y como siempre excepto por la caja de madera que yacía abierta sobre la enorme cama.

Jhon se acercó a paso lento con los ojos cristalizados.

Observó el contenido de la caja y sacó lo que parecía ser un estuche negro. Lo abrió y no podía creer lo que observaban sus ojos.
Eran pequeñas navajas, muchas, demasiadas. Todo cobraba sentido ahora, tantas señales y él las había pasado por alto. 

Su hijo estaba cansado de vivir. Su retoño, la única familia que le quedaba estaba sufriendo,  desmoronandose en sus narices y él, el no hizo nada para ayudarlo.
Se refugió en el trabajo tras la muerte de su amada. Olvidó que su hijo era un niño, uno que perdió a su madre aquella fatídica noche de tormenta.

—Hijo mio.

Murmuró al borde de las lágrimas el hombre.

—¿Por qué cariño? Lo siento, lo siento tanto, tanto.

El nudo que se formó en su garganta le impidió seguir hablando. En el fondo de la caja habían fotos, fotos de ella.
Sin poder contenerse sollozó, fue demasiado. 

Se veía tan hermosa como siempre, su querida Claudia, su ángel de alas rotas.

Aún recuerda el dolor que sintió tras su partida, aún recuerda las noches de agonía, la opresión en su pecho y lamentos de los cuales sólo fue testigo la madre luna.

—Mi hijo no sabes cuanto lo siento —volvió a lamentar—. Lo siento tanto fue mi culpa, es mi culpa. Te prometo que te encontraré y seré un buen padre para ti, hijo mío, cuídate en donde quiera que estés. Se fuerte tal y como siempre lo has sido.

Punto de QuiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora