El cielo , y su serenidad

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Me desperté con la ahora encandecente luz rompiendo la barrera de lagrimas entre mis ojos y el aire, me vestí de uniforme. Ya en el desayuno, agarré un frío y húmedo pan y me aleje de la cocina con cada mordisco, me lave los dientes por rutina y me despedí de mi hogar dejando atrás la seguridad del mismo, exponiéndome al helado invierno y a los goteantes árboles por la reciente lluvia, encendí el cigarrillo de tabaco de vainilla- el sabor a vainilla hacia el fumar mas adictivo- y gire en la calle Washington con el fin de soñar con un último amanecer libre, ese increíble amanecer al que miles de aves le rendían canto.

Misma esquina, misma soledad, misma tristeza, misma falta de afecto, falta de equilibrio y falta de humanismo, y aquí yo , mirando el suave pizarron verde siendo torturado por la aullante rígida tiza blanca, sostenida por los elegantes dedos de la dama. Programas de la noche y entretenidas fiestas rosaban mis oídos, pero mi programa nocturno aguardaba tras aquel cajón de madera...

  06:00 p. m. 

     Traspaso por ultima vez cada sala de mi hogar, paso por ellas como si una débil cortina se entre pusiera entre yo y mi destino. Cruzo la puerta de entrada y me encuentro finalmente a la intemperie del barrio, camino 10 cuadras hasta la estación de tren con mi mortífera mochila en mis letales manos. Bajo en la penúltima estación, muy reconocida por mis ojos; transito calles débilmente iluminadas por tenues faroles nocturnos, estas calles ahogadas en preciosas y florecidas lianas iluminan mi alma mientras que mis pies se aligeran. Llego al parque publico a orillas del rió, camino a orillas del mismo viendo como las pocas personas restantes se retiraban del parque, cargando con ellos sus encariñadas vidas. Así camino, hasta chocar con la casa abandonada que proclame como mía, procuro no ser visto, pero como siempre mis únicos espectadores son el cielo, la taciturna luna o el vivido sol, el pacifico rió, una que otra curiosa ave y las cálida luz de aquellos eternos faroles. Escale y trepe hasta estar en la cima donde tome asiento para presenciar el color, en este pude observar el universo disponible, el suave ocaso que empezaba a bucear las profundidades del espacio, mientras que sus últimos rayos de sol trazaban como una garabato de crayón, una franja vivida de amarillo entre mi ser y el mas allá, mientras que aquel potentado cartón acedo se deshacía en mi intrépida lengua. Tome una lata espumante color amarillo espeso de la mochila, y tome de ella como hizo mi padre desde que tengo memoria, todos los días, todas las noches, toda la vida. Mientras expulsaba los últimos vapores grises, resultantes de aquella mágica y ancestral flor, reconocida desde hace milares por ancestros, logre sonreír, ya era anónima esa sonrisa, provenía de externos pero se presentaba como interna. Yo proveía al mundo con pensamientos solitarios mientras que en mi mano una linea azucarada se formaba y por el orificio izquierdo se confundía con mi sangre. Retire el cordón de mi zapatilla y lo amarre a mi brazo, espere y luego inserte esa siniestra sustancia en mi torrente. Tome asiento, y mire, mire hasta que no pude mirar mas, escuche hasta que no pude escuchar mas, olí hasta que no pude mas, sentí como nunca antes. Mi ser expuesto, mi alma encontrada con el cielo, mi cerebro atónito por tanta belleza, mi cordura en un eterno limbo y mis pensamientos deambulando el cosmos, volando el mas allá con sus bellezas, leyendo la eternidad como una lírica poesía, el horizonte teñía la costa y la fresca temperatura de tiernos vientos era digna de una fotografía, la naturaleza digna de un oscar por tal actuación y yo digno de finas lagrimas frente a semejante escena. Me puse de pie y camine dos pasos hacia delante para así asomarme al borde, al precipio, al final del recorrido; me hallaba llorando como nunca, pero aun así una calma sonrisa se escapaba por mis labios para ser arrastrada por el viento hacia tierras lejanas donde los ángeles despiertos bailan y cantan. Mire hacia abajo, unos 10 metros me separaban de una familia de filosas rocas, mire el cielo, cerré los ojos para limpiar las lagrimas y abrirlos nuevamente, observe las estrellas, sonreí, cai.


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⏰ Última actualización: Jul 22, 2020 ⏰

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