Hoy el profesor del taller no ha llegado a tiempo.
Ya ha pasado quince minutos desde que debería estar aquí. Al paso que vamos, me voy a poner más ansioso de lo que estoy.
¡La gente debería respetar sus horarios! Todavía no entiendo cómo los neurotípicos, de lo más relajados se comprometen a algo y no cumplen con su palabra.
Mis manos me sudan. El sonido de mis latidos se incrementa una y otra vez. Tamborileo con mis dedos mi carpeta mientras el tic tac del reloj de mi muñeca se funde con el de mi corazón, indicándome que ya ha pasado cinco minutos más.
Volteo expectante a la puerta.
Nada. El profesor que no llega. ¡Maldita sea!
Para tratar de distraerme, miro en los alrededores. Todos están envueltos en su relajo, en su espacio, lejos de lo que realmente ocupa aquí: ¡un quiebre en la rutina!, ¡un quiebre a las normas!, ¡un quiebre a la profesión misma!
A diferencia de otros días, hoy amaneció más caluroso que de costumbre. Siento que me asfixio. Siento que me quemo. Siento que me pierdo.
Volteo hacia la ventana para ver si hay buena ventilación. Está cerrada. ¿Es que acaso quieren que uno se asfixie aquí?
Contemplo a quienes se encuentran sentados en la fila de carpetas al lado de la ventana. Deberían abrirla para que pueda entrar oxígeno a nuestros pulmones, pero ¡no se dan cuenta!
Ellos, en lo suyo. Yo, en mi mente.
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Diez Rimas de Soledad [Saga Ansías]
Teen FictionEn un universo alterno, en donde Rodrigo y Aira tienen la misma edad y estudian en la misma secundaria, él se preguntará si es capaz de escribir versos como los grandes poetas que suele leer... aquellos que hablen de la melancolía, el recuerdo, la r...