Último Baile

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Nuestra amistad inició en el orfanato. Éramos pequeños bastardos no deseados, éramos hermanos de alma.
Tetsu y yo. Solamente nosotros.

En la primaria se sumó Shiba, una loca salvaje con un amor desmedido por los animales. Lo supe apenas se vieron, había algo especial entre ellos, su pelo rojo tirando al naranja era llamativo. Era gritona y curiosa.
Fuimos nosotros tres hasta los 11 años.

Tomura era un niño tímido cuyos padres fallecieron dejándolo a su suerte, afortunadamente había sido apadrinado por un hombre de mucho dinero y buena posición, el señor Shigaraki. Lo alentó a hacer amigos, y terminó con nosotros.

Éramos una pandilla de pequeños ladronzuelos, faltos de afecto y calor hogareño.

Pronto nos enteraríamos quién era su padre adoptivo. Nos ofreció trabajos pequeños, de cadetes. Nos apadrinó. Nos dio calor y techo.

Para los 13 éramos malandrines busca problemas, violentos.

6 meses en un reformatorio por robo con Tetsu, al menos eso era lo que consiguió reducir nuestro Padrino.

Dabi tendría 15 años cuando lo conocimos, su padrastro le había quemado partes de su cuerpo. Se escapó casi matando a su hermanito menor, llevaba 3 años. Era nuestro compañero de celda. Saldría con nosotros. Formamos una fugaz amistad en ese chiquero.

Tocamos los 14 años, ya tenía varios tatuajes y mala fama. Era violento, cocainómano. El Bastardo Red Riot se murmuraba entre los barrios bajos cuando aparecía entre los bares, borracho hasta la médula. Nuestro trabajo con Tetsu se convirtió en "cobradores", y si no nos pagaban... Bueno, era mejor que lo hicieran.

Pero fue una noche de invierno, nos juntamos en un bar con la pandilla. Shiba no paraba de besuquear a mi hermano. Una silueta conocida se me acercó. Dabi me sonreía con genuina felicidad. Nos abrazamos. Pero otra silueta robó mi atención.

Allí la conocimos. Su pelo rojo como la sangre y sus ojos amenazantes, Rinne era el toque de furia que nos faltaba, y que necesitaba. Me flechó al instante, era la amiga con derechos de Dabi. Para cuando me di cuenta, no sólo entablé una profunda amistad con ella, sino que me había hundido entre sus piernas. Así es, mi primera vez fue con ella. Fue delicada y tierna.
Ella me tatuó el Unbreakable de mi pecho. También formó un lazo extraño con Tomura, lo cuidaba como a un hermano bebé.

La amé por el tiempo que pude, puesto que volví a caer en un reformatorio. Había ido demasiado lejos.

Había matado a un tipo, todo porque se pasó de la raya en una reunión de esas donde vendes y te tienes que ir rápido. Intentó comprarla. No pude contra mis celos, contra la cocaína que se consumía en mis pupilas.

No, no pude.

Le rompí el cráneo a patadas y lo gocé. No hubo forma de evadirlo, un año y medio, un año y medio de desintoxicación. Mi Padrino optó por alejarme de ese mundo, de todos ellos. Me mudó a otra ciudad, me cambió el nombre y me metió en una escuela llena de refifís.

Midoriya era tímido y extraño. Sudaba mucho. Hice amigos, mis amigos actuales. De mi pandilla no supe nada más.

No sé en qué momento me enamoré de él, Izuku era delicado y tierno, me hacía acordar a los pocos momentos en que Rinne era honesta de corazón.
Pasaron los años y quedé donde estoy ahora.

Bakugou me mira anonadado. Inocente y amoroso.
Estamos frente a ella, ha madurado, es hermosa. A su lado la foto de Tomura y ella, con un bebé en brazos. Hay fotos de su boda, de su familia completa.

- Le hubiese gustado mucho que conocieras a Mitsuki... - Bakugou se tensa mirándola, ese verde filoso lo enfrenta - Lástima que ninguno de los dos está ya...

Do I Wanna Know? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora