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Camila:

Los días anteriores habían sido difíciles comparados a los meses que he tenido que pasar. Las cosas con Lauren eran muy tensas últimamente, cada vez que me veía, parecía que una luz se encendía en su cabeza con una idea brillante de atormentarme. Le daba por mandarme a buscar documentos de hace muchos años con la intensión de que me la pasara todo el día en esa habitación llena de polvo aguantando los estornudos. Y si eso no había sido suficiente, también debía estar aguantando que la rubia de senos falsos le coqueteara por igual y Lauren se dejara llevar. Me repetía que no debía estar mal por alguna de ellas dos pero ¿Qué hacía si la ojiverde me restregaba su coqueteo? Casi se besaban en frente de mí y eso me ponía enferma.

Era costumbre que apenas llegara a la oficina fuera por un café en el primer piso porque créanme, consideraba que hacían mejor el café que en cualquier otro piso del edificio. Ya después iba a mi oficina y conversaba con poco con Sam sobre su día anterior pero esta vez quería cambiar la rutina cuando vi que habían personas nuevas.

Al terminar de servir mi café caminé por el gran pasillo de oficinas y mis ojos se fijaron en un chico pelinegro, su cabello era liso pero aun así lo mantenía increíblemente corto y por alguna razón, me llamó la atención. Me coloqué justo detrás de él sigilosamente para ver que estaba haciendo o en tal caso, creyendo que hacia algo.

Su mirada estaba muy concentrada en la pantalla de aquella computadora y lo que pude ver fueron datos sobre la muerte de un político. Sí, era muy claro que al ser algo importante como era la política. La sociedad marchaba por problemas con que ocasionaba el partido y ya era culpa del gobierno de los Estados Unidos. Ellos de inmediato nos mandaron a descubrir al responsable y ellos limpiarse las manos, como siempre. Agradecía no estar en este piso, detestaba entrar en ese tipo de casos que me producían mayor dolor de cabeza que buscar implicados con lavado de dinero y mafia.

Tomé un sorbo de mi café con delicadeza para seguir leyendo los datos del caso y sacar conclusiones hasta que me aburriera. No tenía nada que hacer en mi oficina ya que Lauren tenía órdenes de parte de mi padre de no mandarme a alguna misión y claro, ella le haría caso por lame botas. No aguantaba estar transcribiendo datos y claro... Soportar a Lauren y Katherine diciéndose con la mirada que querían follar.

—Emm...— Escuché una voz un poco lejana y enseguida salí de mis pensamientos para ver a aquel hombre que estaba, por decir de alguna manera, espiando.

—Oh, disculpa. No quería interrumpirte.— Hablé un poco sonrojada por ser descubierta. El hombre me sonrió tranquilizadoramente y noté que sus ojos eran mieles. Bonitos.

—Habría problema si no trabajaras aquí— Hizo un pequeño chiste que capté y reí— Si trabajas aquí, ¿Cierto?

—Claro que sí. Bueno, quizás no aquí directamente pero si en otro piso.

—Entonces no hay ningún problema...— Me miró esperando que diera pie a mi nombre y no tarde en responder.

—Camila. Camila Cabello.

Su nombre era Marcelo, tenía aproximadamente dos años trabajando en este departamento y una de sus misiones en la vida era ascender en casos más especiales y un poco más individuales ya que muchos de los casos a los de nuevo ingreso se asignaban por equipos. En cambio, con tener más experiencia te asignaban como jefe de algún caso y decidías cual sería tu equipo de apoyo. Lo entendía, era un poco estresante.

Tenía un parecido con alguien, exactamente no se con quién pero cada vez que nuestras miradas chocaban veía una historia oculta que no sería revelada en mucho tiempo. Me causaba intriga y emoción al mismo tiempo.

Ya me encontraba sentada a su lado riendo de estupideces que pasaban en el proceso de entrenamiento para ser agente cuando unos tacones resonaban con fuerza en el piso. La curiosidad nos mató y en pocos segundos ya estábamos asomados viendo quién hacia ese ruido.

Weak For You (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora