And this is the Problem.

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-Por fin traigo el segundo capitulo. ¡Espero que lo disfruten!-


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- Bien... - Empezó con un susurro casi inaudible – Mi nombre es Elián Nooha Fischer Weber, estudiaba en otro colegio, en España pero me han enviado aquí – Dijo para finalizar, que discurso mas bueno Dios, un aplauso para el chico. ¿Enserio ese era su nombre? Aun no me lo creo. Bueno, dejando de lado su nombre, al momento en el que le conocí no me fije bien en cómo era, es decir ¿¡Quien mierda se va a estar fijando en alguien cuando casi te machaca  un auto!?

Elián era un chico algo alto, delgado y de tez clara, como la mía pero aún más blanca. Su pelo era entre negro y café oscuro, logre visibilizar una herida ya cicatrizada en una de sus mejillas. Y por supuesto ¿¡Cómo olvidar esos celestiales ojos verdes!? ¿Cómo no me había dado cuenta del tremendo chico de ojos verdes que me salvo? No pues que los príncipes azules sí que existen. Y no solo en la cenicienta – Que estaría celosa la chica esa al ver el tremendo chico que Dios lanzo a mis brazos. Bueno, que me lanzo a los brazos de el –

- Bien Elián. Toma asiento – Dijo la maestra señalando uno de los pupitres de enfrente. Mierda. Que el chico quedaba unos asientos adelante del mío, y en la fila de la esquina, a la par de la retrasada de Carla. Elián asintió y se dirigió al escritorio y cuando llego a este se topó con mi mirada y me regalo una sonrisa tierna. De seguro que me habrá reconocido.

-¡Jade! - Escuche susurra al lado mío. Era Marta –Es el mismo chico que te salvo – Dijo viéndome como si le hubieran contado los secretos del universoNo que yo también me pusiera así a ver a aquel chico-.

-Si – Dije yo como si la cosa no me importase. Ya había visto a chicos guapos. Todos unos idiotas. De seguro él no era diferente.

-¿Se llama Elián Fischer ? ¿Enserio? Sus padres han de haberle odiado para ponerle tremendo nombre – Susurraban por detrás mío.

-¿Escuchaste su acento? ¡Es inmigrante  seguro! – Logre diferenciar la voz de Lara. Primogénita de unos empresarios famosos.

-¡Cállate! La maestra te puede escuchar.- Esta vez era Mike el que hablaba. Cara linda, rico e idiota a más no poder. Se hinchaba de orgullo ya que todas las chicas iban tras él.

Voltee a ver a Marta para comprobar si ella también estaba escuchando los grotescos susurros de nuestros compañeros. Y efectivamente así lo era. Estaba mordiéndose el labio inferior nerviosa, ¡e incluso podría jurar que casi llora! Marta siempre fue muy sensible y moría al ver a personas sufrir, supongo que fue gracias a la educación de sus padres, que a pesar de ser gente rica, tenían varias fundaciones que ayudaban a los homeless  y personas enfermas. Todo un caso.

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