Epílogo

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CUATRO AÑOS DESPUÉS

Sus ojos se miraron en la distancia y sonrieron mientras continuaban preparándose.

-Sabes, estaba pensado, en lo que Annie me dijo ayer... – comentó Candy mientras lo miraba de reojo. ¡Qué guapo era! Escondió para dentro un suspiro mientras se ponía los pendientes que la tía abuela le había obsequiado.

Albert la miró para que supiera que le estaba prestando atención mientras se cerraba los botones de los puños de la camisa. Adoraba verla arreglarse, si fuera por él la desvestiría nuevamente...

-...Dijo que estaría más tranquila si tú acompañaras a Archie a hablar con la tía abuela sobre su próximo compromiso. – terminó diciendo Candy

-Lo mismo me dijo Archie en la oficina – dijo Albert recordando que el pobre Archie casi se había arrodillado tratando de convencerle para que fuera con él a darle la noticia a la Tía abuela.

-¿Y qué le dijiste?

-Que la tía Elroy sabe de antemano mi apoyo incondicional a su relación – contestó firme.

-Pero si fueras, le darías apoyo moral a Archie – insistió Candy, después de todo le había prometido a Annie que convencería a Albert para que intercediera con la tía abuela a favor de la propuesta de matrimonio que hace un par de semanas le había hecho Archie..

-No es necesario que vaya. Estoy seguro que él sabrá defender su amor por Annie...

Candy se lo pensó un poco.

-Creo que los argumentos de la tía abuela son los que preocupan a Annie...

-La tía argumentará solo para probar cuanto ama Archie a Annie...nada más - le confesó con un guiñó – Pero para tu tranquilidad, preciosa, la tía Elroy no pondrá resistencia.

-¿Hablas en serio? ¿Cómo lo sabes?

-Porque creo que ella está más ansiosa que la misma Annie porque Archie al fin siente cabeza – le comentó Albert sonriente sin dejar de mirarla

-Jajaja – rió Candy con ganas - ¿En serio?

-Si - contestó – Ahora vámonos porque la tía debe estar esperándonos. – Albert miró la hora.

-Mmmm – dudó un poco Candy - Cuando está con Tony, se le va la noción del tiempo

-Tienes razón – comentó Albert al recordar que cuando su tía estaba cerca de su pequeño hijo de tres años ella se olvidaba del mundo entero.

Y quien no haría algo por ese pequeño querubín de ojos color azul cielo como los de su padre y risos rubios como los de su madre...sonrisa irresistible, mirada tierna y travieso como él solo.

Apenas habían llegado a Lakewood, la tía abuela había prácticamente secuestrado a Anthony ofreciéndole toda clase de juguetes, dulces y aventuras con tal de llamar su atención.

Dicho y hecho, apenas asomaron al enorme jardín, encontraron a la tía abuela toda arreglada jugando a los carritos con el más pequeño de la familia Andrew.

Candy y Albert sonrieron al verlos...Albert siempre trataba de hacer memoria si con él jugaba así su tía...pero no recordaba nada parecido en su niñez...

-Mami – fue el grito que dio el pequeño apenas logró divisar a sus padres acercarse entre las flores.

-Ten cuidado Anthony, no vayas a lanzarte...- la pobre anciana no pudo terminar la frase antes que el pequeño se lanzara a los brazos de su mamá.

EN CONTRA CORRIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora