Introducción: 23 meses

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Han pasado casi dos años y aún noto tu olor en la almohada, ese que en un arrebato quise eliminar de mi mente o de mi corazón. Esa misma noche froté las sábanas hasta que me sangraron las manos. Siempre me dijiste que tenía las manos como un bebé, ciertamente me sentí un niño desolado.
Sé que me dijiste que era inevitable.
Pero yo no acabé de creérmelo.
No quise creérmelo.
Te echo de menos, tanto, que me arrancaría el corazón si no supiera que te enfadarías por echar la toalla.
Aquí, con los ojos cerrados no dejo de recordar tu sonrisa.
Como una tortura.
Como un regalo.
Una cálida lágrima se resbala por mi mejilla.
Acaricio la sudadera amarilla que tengo entre mis brazos, y río acordándome de cómo te enfadaste cuando la cogí prestada sin permiso. No sé cuándo he pasado a llorar, pero noto como los sollozos me ahogan.
O quizás sea la pena.
No lo sé.
Hace casi dos años y aún puedo oír tu risa por las mañanas. Noto tu pelo entre mis dedos. Tu mano en mi mejilla, acariciando mi barba.
En mi cabeza sigue repitiéndose:
Te quise, te quiero, te querré.

A través del objetivo - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora