Mientras caminaba hacia el punto de encuentro me di cuenta de que no tenía ni idea de con quién había quedado exactamente.
Sólo esperaba que me dejasen estar tranquilito con mi cerveza, sonriendo de vez en cuando y participando lo estrictamente necesario.
Así de sociable soy.
Lo sé, una delicia.
Aitana no paraba de presentarme a todas las personas que iba conociendo nuevas con la esperanza de que me picara la mosca del buen humor. Lo que no entendía es que yo estaba la mar de bien con mis amigos y amigas de toda la vida.
No necesitaba a más gente en mi vida. Y menos ahora.
Pero bueno, ella tampoco sabía toda la historia. Nadie la sabía, mi soledad y yo éramos suficiente. No había tenido el ánimo para decirlo y, lo peor, era que no sabía si lo tendría alguna vez.
Con un suspiro salí al sol abrasador y me coloqué los auriculares. Eché a andar a ritmo parsimonioso, llegaría tarde, sí. Pero siempre era mejor que no llegar.
No pude evitar mirar al horizonte, donde una perspectiva perfecta de un cielo veraniego recortado por las siluetas de los edificios se me insinuaba. Maldije entre dientes por no haber cogido la cámara... la oportunidad de captar ese momento se me iba entre los dedos.
Llegué dos minutos tarde a la quedada, para mí era lo equivalente a media hora.
Para aclararlo, odio que la gente llegue tarde, y mis amigos y amigas (sobre todo Aitana) son la representación de la impuntualidad. De hecho, pasaron a quedar conmigo media hora más tarde de lo acordado para llegar más o menos a tiempo.
Suspiré abatido, me sabía mal pero no me apetecía nada, y fui hacia la mesa donde se reunía mi pequeño grupito. Saludé con un leve movimiento de la mano y una sonrisa sin dientes, murmuré un ligero "buenas" y me senté.
Ellos, sin embargo, se dejaron llevar por la efusividad y a los pocos segundos ya estaba rodeado de brazos, besos y piernas por todas partes. Al ritmo de "hace mucho tiempo que no te veíamos" , "bua que bien hueles de verdad", "cuánto tiempo sin verte" y un "qué guapooo". Rojo como un tomate, me recoloqué en la silla pasándome la mano por el, ahora, destrozado pelo.
-Sabía que vendrías ¡si es que soy la mejor!- dijo Aitana.
-No hagas que me arrepienta que tal cual he venido me voy... ha sido sólo porque has dicho cosas bonitas de mi culo - respondí.
-Es que tu culo se merece todas las cosas bonitas que le diga- dijo riéndose mientras me guiñaba un ojo, vi como Alfred asentía ceremoniosamente y yo dejé escapar un ligera carcajada.- He invitado a unos chicos del trabajo, son súper majos. Lo prometo.
-Pero ¿majos como la última vez o de verdad?- soltó Mimi con cara de circunstancias.- Porque la Ana esa me cayó fatal.
-Te cayó mal porque te rechazó, amiga.- contestó Mireya con su acento malagueño, mientras se reía, Mimi empezó a hacerle burla musitando "ti ciyi mil pirqui ti richicí... enga a la mierda, ella y su acento". Me reí con ganas, Mimi no solía ser rechazada y cuanto más cortante era la otra persona, más se cabreaba ella. Por lo que había podido ver que el desastre fue un 14 en el Mimiómetro del rechazo.
-Son muy guays, jo. Ya veréis que os caen genial, ya veréis.- dijo Aitana casi convenciéndose más a sí misma que al resto.- No seáis malos.
Amenazó con el dedo, poniendo énfasis en mí, yo alcé las manos en señal de rendición.
Pero si yo soy un pedazo de pan.
Tras un rato de risas y conversaciones absurdas, mi amiga se levantó como un resorte al ver entrar a un grupo de personas de nuestra edad en la terraza del bar, les hizo un gesto para que se acercaran.
La primera en llegar dando ligeros saltitos fue una chica pequeñita con el pelo rubio que le caía desordenado por los hombros, le dio tal abrazo que parecía que no se habían visto en meses. Tenía la sensación de que era de esas personas que te abrazan y se para el tiempo. Inmediatamente me cayó bien, y eso ya era extraño.
Pude percibir ¿rubor? en las mejillas de mi amiga que sonreía ampliamente con ligera vergüenza.
-Bueno chicos y chicas, esta es Nerea trabajamos juntas en la productora.-
Ella se dedicaba y vivía para la música, había conseguido su trabajo soñado en una de las mayores y mejores productoras del país. Ella esperaba poder sacar alguna vez sus canciones pero disfrutaba ayudando a otros a hacerlo ("el karma me lo agradecerá algún día" era su frase favorita cuando hablaba de trabajo).- Esta es Miriam, que va a ser una súper estrella, os lo digo yo.
Una chica de pelo rizado y con una cara perfilada en lineas suaves soltó con un gracioso acento gallego:
-Ella pitonisaa.- me pareció curiosa su forma de hablar y me produjo mucha simpatía, 2/3 impresionante.
-Este es Agoney, es el cantante del que os hablé, es brutal. Y como me ha caído tan bien he decidido invitarle, además Nerea y él ya eran amigos así que me ha salido un plan redondo - no necesitaba a nadie que le dijese que hacía las cosas bien, ella solita se bastaba.
-Ay, qué vergüenza ¿les hablaste de mí?- dijo con un suave acento canario, su voz era entre suave y sensual.
-Chicos, lo siento por llegar tan tarde pero es que Ago es un tardón y estábamos esperándole.-dijo Nerea divertida, habían llegado como una hora tarde pero aunque según Mimi y Alfred era el rey del drama al respecto, la disculpa de la chica y la cara sonrojada del canario le resultó tan graciosa que decidió no hacer ningún comentario.
-Bua, es que eres guapísimo en serio. Tienes una cara perfecta.- le dijo Amaia terriblemente seria, era una chica muy dulce pero no tenía filtro al hablar, lo que decía lo llevaba dentro y no lo podía (o quería) frenar. Sonreí ligeramente al ver la reacción del chico que la miraba entre avergonzado, divertido e incrédulo.- Ostras perdona, soy Amaia, pero es que es verdad.
Le dio dos besos en las mejillas y le contestó:
-Muchas gracias, tú sí que eres guapa.
-Ay, jo, qué mono. - contestó ella mirándole con sus grandes ojos, repentinamente tímida.
-Bueno estos son: Mimi, Alfred, Mireya, Raoul y... bueno Amaia ya la conocéis.-Aitana nos fue señalando mientras nos nombraba, en cuanto dijo mi nombre ¿Agorey? fijó sus ojos negros en mí, me quedé pegado a ellos unos segundos, y fui notando cómo me ponía rojo. No estaba acostumbrado a que me mirasen tan intensamente, retiré la mirada turbado. Me pareció ver un amago de media sonrisa, notaba como su mirada me quemaba. Normalmente era yo el que observaba, el que captaba la intensidad de las personas a través de la cámara. No me gustaba ser observado. Me sentía incómodo.'
Se sentaron en la mesa, comentando graciosamente cómo se morían de hambre.
Miré por el rabillo del ojo hacia dónde estaba sentado, sentía su mirada. Me topé con sus ojos de nuevo. Ambos giramos la cara rápidamente.
Vaya par de lelos.
Nunca había visto una cara como la suya, la barba negra cuidada le cubría la mandíbula delicadamente. Sus labios encajaban perfectamente con sus rasgos, y cuando sonreía se podía ver una pequeña separación en los dientes, que le daba un aspecto adorable. El pelo le caía desordenado, ondulado sobre la frente. Pero lo que le había fascinado eran esos ojos oscuros, que parecían observar el mundo en su totalidad.
Una cara perfecta para retratarla, en un ambiente ínt... Raoul, para.
Alfred empezó a hablar captando su atención:
-Esta noche he tenido un sueño rarísimo, yo era un gusano....¡Holita!
Me da un poco de vergüenza escribir una nota de estas, pero era para deciros que estos capítulos son un poco lentos pero son para ponernos un poco en situación. Pronto empezará lo bueno ;)
¡Muchas gracias por leerme, flores de colores!
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A través del objetivo - Ragoney
FanfictionUna historia de dos almas que conectan, de dos personas que se encuentran cuando menos se lo esperan. Aunque ambos lo necesitan. Sabiendo que el final estaba injustamente cerca esta historia es la crónica de cómo se quisieron, cómo se quieren y cómo...