Medicate

7.

~Hermione~

Sentía los labios de Malfoy dejar huellas húmedas de sus besos por todo mi antebrazo, ese donde residía la cicatriz que me había dejado su familiar.

"Sangre sucia."

Después de que Luna se fué, le tomé el brazo con mi mano, dejando al descubierto la cicatriz llena de sangre y arañazos. Draco la observó y subió aún más la manga, me sentí incómoda al principio hasta que lo ví inclinarse y comenzar a poner sus labios sobre la piel lastimada. Di un largo suspiro, sentía los ojos hinchados por la plática con Luna así que oculte el rostro en mi hombro y deje que Draco hiciera lo que quisiese con mi brazo. Él ascendía desde mi muñeca hasta la sangradura, besando con devoción como si quisiera borrar con sus labios la cicatriz. Al momento que pasó su lengua dí una fuerte inhalación de sorpresa, él pareció salir del trance en el que estaba.

—¿Quieres seguir aquí? —levantó un poco el rostro mostrando sus hermosos y melancólicos ojos mercurio.

Era consiente de que se trataba de los mismos ojos que me miraban con desprecio en Hogwarts, pero por algún motivo ya no parecían iguales. No eran ni remotamente iguales.

—Es tarde... podríamos planear ir al mirador al que me llevaba mi abuela en vacaciones.

Me gustaba hacer planes lejos de San Mungo.

—Vamos entonces.

Draco soltó mi brazo e inmediatamente quise repelar por la ausencia de su tacto, pero me detuve al verlo de nuevo. Llevaba un traje fino, el cabello hacia atrás y se había arreglado la escasa barba que tenía.

—¿Nos da tiempo? —no sabía qué hora era, ya llevaba mucho con Luna cuando él llegó, posiblemente en poco debía volver a San Mungo.

—Tiempo, es verdad, debes volver o... Si no quisieras regresar podríamos ir al mirador o a donde fuera, el tiempo que fuera... lejos.

Sus palabras me retaron al grado de querer gritar que sí, que huyéramos como sutilmente lo estaba proponiendo, sin embargo, algo en mi interior me hizo replantearme todo. ¿Podía escaparme con mi enemigo y dejar a todo atrás? A Harry, a Ron, a los Weasley, a todos mis amigos, Luna, Rolf. ¿Podía irme sin avisarles, dejándolos con la incógnita de si había enloquecido más o habría muerto?

¡No! No podía hacer eso. Tener de frente a Malfoy, verlo entero y bien vestido me causaba envidia, quería poder ser cómo él, llevar un control sobre mi locura, enseñarles a todos que me podía poner de pie aunque por detrás estuviera arrastrando mis pecados. Pecados que Draco se encargaba de hacerme olvidar.

—No puedo irme aún, debo volver. — murmuré. Ví su boca tensarse y supe que le desagradaba lo que decía. —Malfoy, debo saber algo.

—¿Que cosa?

—¿Por qué estás conmigo? ¿Por qué me buscaste? ¿Por qué me trajiste aquí?

Mis preguntas lo hicieron comenzar a jalarse la corbata con incomodidad.

—No es necesario hablar de eso, al menos no aquí. —respondió al tiempo que una de las luces verdes del lugar le daba en el rostro, revelando que había comenzado a sudar.

¿Estaba teniendo un ataque de ansiedad?

—Entonces vamos a otro lado.

—No hay lugar en donde podamos hablar de eso. No insistas. —su tono endureció de la nada, se llevó las manos al pantalón en busca de algo que pareció no encontrar. Se levantó abruptamente y me jaló. —Vámonos, vámonos ya. Es muy tarde.