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     — ¿Nunca te preguntas en donde está papá?

    Lucifer dejó de reírse de las respuestas en los exámenes de sus estudiantes y le prestó atención a su hermano menor. Castiel estaba taciturno, observando el techo de la sala mientras jugaba con los botones de su suéter. Estaba así desde hace unos días, aunque en general cargaba una sonrisa tímida. Lucifer se preguntaba que era lo que le pasaba a su hermanito como para estar tan retraído —más de lo usual.

    Así que cuando Castiel preguntó por su padre, automáticamente se congeló. Él sabía que esos temas eran delicados de tocar en la familia, y que por respeto se mantenían ocultos.

    —Me pregunto de donde sacarán tantas estupideces estos niños —le respondió con burla, evadiendo el tema— Mira que decir que el presidente de Rusia haría linda pareja con el dictador de Corea del Norte es mucho... —Castiel se rió ante esa respuesta; él emparejaba más a presidente de Estados Unidos con el dictador de Corea del Norte.

    —No pero en serio; ¿hace cuanto tiempo que se fue? diecisiete años, ¿dieciocho? —Castiel se sentó en el sofá y miró a Lucifer suspirar— ¿Y dónde está mamá? ¿Por qué Gabriel y tú son los que quedaron a cargo?

    Lucifer se quitó los lentes y se pasó la mano por la cara. Esas eran preguntas que no quería responder jamás en su vida.

    — ¿Abaddon es en realidad nuestra hermana? Nadie en la familia es pelirroja —Castiel comenzó a pasear por la sala— ¿Estás consciente de que ya no puedes mantenernos mágicamente a todos? Espera... ¿de dónde sacas el dinero si tu sueldo como profesor no es suficiente?

    Lucifer se llevó el dedo índice a los labios mientras hacía un sonoro «shhh». 

    —Relájate y cállate un rato —Castiel lo miró con el ceño fruncido— No es tiempo de tener esta conversación; y mucho menos cuando estoy riéndome de los idiotas de mis estudiantes —Lucifer empujó poco a poco a Castiel hasta que quedó sentado en el sofá— Iré por una taza de café, me acabas de cagar la tarde.

    Castiel refunfuñó molesto y se cruzó de brazos. Él quería respuestas, y lo que obtuvo fue una salida cobarde su hermano mayor.

    ¿Por qué no le querían decir a donde se había ido su padre? 

    Y más ahora, que tenía ganas de buscarlo. Quería contarle muchas cosas; entre esas el hecho de que había conseguido a un chico genial y que por fin le había prestado atención; quería ver el reflejo de orgullo en el rostro de su papá porque nunca se rindió, y ganó. Castiel se quedó con Dean aún cuando pensó que nunca lo haría.

    Pero no tenía a quien contárselo. Tristemente no tenía con quien hablar de ello. 

    Se sintió solo de repente. Como si todos los que alguna vez estuvieron con él lo hubieran abandonado.

***

     Dean, por otro lado, estaba muy feliz y sonrosado desde hace unos cuantos días.

    Podía decir que todo era maravillas para él. Casi se sentía como hechizado; porque todo iba demasiado bien.

    Sam fue el primero con el que habló sobre Castiel; él, como si lo supiera desde hace mucho, lanzó un «¡Por fin!» al cielo y se dejó caer dramáticamente en el colchón de su cama. Dean lo miró ofendido, pero después una sonrisa emanó de su rostro como si fuera un pedazo de madera flotando en medio del mar. Simplemente sentía que flotaba entre todos los demás.

    El hermano menor sabía que su hermano estaba muy feliz con todo lo que le estaba sucediendo. No lo veía así desde que Lisa accedió a una cita con él; y ni siquiera había sonreído de esa forma como lo hacía ahora; como si todas las piezas del rompecabezas se armaran solas, revelando la hermosa imagen de una vez por todas.

Un Destiel en WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora