Antes de siquiera poder reaccionar, un grupo de enfermeros irrumpió en la pequeña habitación, jalaron a Tiffany como si de un muñeco de trapo se tratase. En cuanto vi la aguja que otro sostenía en su mano, caí en cuenta rápidamente de lo que tenían pensado hacer.
-Deténganse, no es necesario todo esto.
-Jessica ¿Estás bien? -Pregunto aquella enfermera que últimamente me acompañaba a examinar a Tiffany.
-Si, diles que la suelten.
-Pero-
-¡Irene, diles que la suelten!
Con un pequeño ademan de las manos, los guardias se detuvieron.
-Perdón, Jessica. Creí que te había hecho algo.
-Dra. Kim, la próxima vez que tarde en acatar una orden mía, piénselo dos veces y ahora, haga el favor de retirarse junto a sus gorilas. -Los dos enfermeros de guardia, me miraron con cara de pocos amigos, pero poco me importo y fui hacia donde se encontraba Steph.
-Doctora.
No me di vuelta al escuchar sus palabras, me concentre en ayudar a la pelinegra a arreglarse y controle que no tuviera ni siquiera un rasguño, luego de unos segundos, el ruido de la puerta resonó por la habitación.
-¿Estás bien, Stephanie?
Ella solo asintió levemente con la cabeza.
-¿Necesitas o quieres algo? Puedes decirme.
Levanto su mirada, aquellos ojos chocolates estaban más oscuros de lo que recordaba, y aun había rastros de las lágrimas por su rostro, ¿Cómo es posible que aquellas personas no se dieran cuenta? Incluso tenía lágrimas recientes, seguramente producto de los estirones de los enfermeros.
La impotencia que sentía por dentro, era más grande que cualquier otra cosa que pudiera sentir, me preguntaba cuantas veces habría sucedido aquello mientras yo no estaba, mis manos se convirtieron en puños y no me di cuenta hasta que sentí los dedos de Tiffany rondando por allí, haciendo pequeños círculos imaginarios, tratando de calmarme.
-Estoy bien.- Pronuncie, y abrí la palma de mi mano atrapando la de ella. Mientras que la otra, la dirigí hacia su rostro, limpiando un poco las lágrimas.
-Jessie.
-Dime.
-¿Está bien si te digo que quiero y necesito estar sola?
Su pregunta me desconcertó, creí que diría cualquier otra cosa, pero comprendí que quizás, realmente lo necesitaba.
-Si. Está bien.
Antes de marcharme, busque la carpeta con la que había ingresado, la cual aun estaba sobre la silla. Luego de recogerla, me dirigí hacia la puerta.
-Me marcho ahora.- Anuncie.
Ella no pronuncio palabra alguna, hasta antes de que cerrara la puerta.
-Doctora.
Me gire, preguntándole con la mirada si necesitaba algo más, ella sin embargo, solo se limito a sonreír de una manera ladina y a negar con la cabeza.
**
Al regresar a mi departamento, el cual ahora compartía con mi hermana, este se hallaba vacio, supuse que Krystal, otra vez, no vendría a dormir esta noche.
Luego de tomar una ducha larga, me prepare mi café habitual y mientras a travesaba la sala para ir a la terraza, no pude evitar mirar aquel cajón del viejo mueble de mi madre.
Intente avanzar y solo ir hacia el frío del balcón, pero mis pies me traicionaron, y ya me encontraba frente al pequeño gato blanco de plástico, que movía su pata con efusividad, intentando atraer la "abundancia". Lo levante despacio, y su movimiento se detuvo. La pequeña y brillante llave seguía allí.
La tome entre mis dedos, y volví a colocar el adorno en su sitio.
Sin embargo, al abrir el cajón, me lleve una sorpresa.
Una pequeña nota sobre una caja de madera estaba escrita a mano y firmada.
"Jessica, por decisión propia, y atreviéndome a hurgar entre tus cosas en un momento en el que estaba aburrida, me he encontrado con este lugar y me dolió.
Bien dicen que la curiosidad mato al gato.
Ha pasado un tiempo de esto, y realmente creí que estabas limpia de todo, pero está bien, no te culpo. Se que lo que te toco enfrentar cuando despertaste de aquel sueño largo, no fue fácil y quizás, buscaste de nuevo el querer perderte un rato, y repito, está bien.
Sin embargo, hay personas que no quieren verte pérdida, que eso les lastima y les causa dolor el no saber como poder ayudarte. Se que no recuerdas con claridad todo lo que perdiste, y quizás, nunca logres hacerlo, pero las respuestas no se encuentran aquí, sino dentro tuyo, solo que aún no has encontrado aquello que logre despertarlas.
No tengo mucho tiempo, así que, solo quería decirte esto:
"Eres fuerte, confió en ti."
Krystal.
P. D.: Si te preguntas como abrí este cajón, te aclaro que no encontré la llave, pero sabes que soy policía, por lo tanto, se lidiar con este tipo de cosas.
P. D.2: Si decidiste ignorar mi carta y aun así, abriste la pequeña caja, quizás porque tu mente fue más fuerte, está bien.
Sonreí al leer lo último, y fue recién cuando me di cuenta de que estaba llorando. Tome la pequeña caja de madera entre mis manos y estas temblaban sin control, pero antes de que pudiera abrirla, el ruido de la puerta me detuvo.
Krystal había vuelto a casa.
Nos miramos por unos minutos, ambas sin decir nada, y cuando iba a hablar, ella corrió hacia mi, envolviéndome en un abrazo casi asfixiante.
-¿La abriste?
Negué con la cabeza aun sobre sus hombros, ella se separo de a poco, y tomo la caja entre sus manos.
-Hazlo.
La mire confundida y ella solo me hizo un asentimiento con la cabeza, no lo entendí hasta después, cuando la tapa de aquella cajita de madera se levanto, con una pequeña nota pegada en ella.
"P. D. 3: No te voy a soltar, Jessica."
Contrario a todo, una barra de chocolate era lo que tenía en el interior.
Esta vez, solté una carcajada y Krystal nuevamente me envolvió en sus brazos.
-¿Lo has entendido, verdad?
-Si... gracias.
Ambas terminamos en la terraza, Krystal con un té y yo con el café, mientras observábamos el paisaje de invierno que Nueva York nos ofrecía, la barra de chocolate descansando aún dentro de la caja de madera.
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The Girl With a Broken Smile
FanfictionJessica Jung acaba de recibirse como psiquiatra y comenzara sus prácticas de residente en el Centro Psiquiátrico Creedmoor de Nueva York, donde conocerá a Tiffany, una chica particular con un pasado sombrío sobre sus hombros. Sin embargo, lo que pa...