- Coqueteo -

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Marco ¿Cuando aprendes que coquetear en un bar-discoteca no es lo tuyo? Lo decía más que nada al ver a aquella señorita regalarle su buena bofetada al ebrio mariachi, por lo general él siempre era el primero en emborracharse y hacer esa clase de metidas de patas, lo único que en esos momentos le retenía a emborracharse y buscarse siete viejas para amanecer muy mal, era que estaba una amiga a la que prometió cuidar y que Marcó no la cuidaría en su nombre

— ¿Segura estás bien? — miró a la castaña que estaba recostada contra la mesa, solo lleva dos botellas y obviamente ya estaba medio ida. La pecosa de ojos chocolates levanta la mirada asintiendo boba, estaba muy mareada para pensar claramente, pronto su cara fue derechita a la mesa y soltó ronquidos pesados. Genial, tenía dos borrachos de los cuales hacerse cargo. Tomó su vaso con tequila pasándola de tragó, benditas las bebidas alcohólicas y su gran poder de dar resistencia a las peores situación. Marco estaba peor que de peda, Giulliana esta ebria por lo que estaba al equivalente a peda, y el no podía entrar a la peda porque tenía que cuidar a una menor de edad y a su mejor amigo

Nunca jamás dice que pasara el fin de semana con De La Cruz ¡Nunca! Menos mal no venía solo, pero si era similar

Tomó a la adormilada chica, montandola sobre su espalda, la escuchaba reír suavemente entre sueños murmurando nombres y babosadas. Estás chamacas hormonales, era increíble cómo solo dos vasos de cerveza bebidas con entusiasmo y fiereza ponen a la chica en o.k.

— Vamos Marco, al auto — se acercó a Marco que bailaba como imbécil y intentaba apegarse a cualquier chica o chico que de le acercara, Marco le miró entrecerrados los ojos

— ¡Te pareces a Miguel! — dijo señalandolo

— Soy Miguel

— ¡Ah, Miguel! Que chido verte — río mirándolo —. ¿Me llevas a chingar a las viejas?

— Te llevo a que te chingue tu vieja — Miguel se refería a la madre de Marco, que probablemente al verlo así le sacaría la chancla o la manguera mientras le regala su buen jarabe de lengua por irresponsable

— ¡Si! — Marco alargó la palabra, para empezar a toser y vomitar un poquito sobre los zapatos de Miguel, simplemente grandioso, el verde vómito combinan con el color café de sus botas, muy lindo el detalle Marco

Miguel tomo a su amigo para arrastrarlo derechito a la salida de ese bar, llegó al auto de propiedad de Marco, donde dejo al dueño en el compartimiento tracero del auto y a Giulliana en los puestos traseros acostada para permitirle dormir sin el riesgo de que Marcó le haga algo

— ¡Te amo Miguelito! — rió entre adormilada, Miguel rodó los ojos

— Si, si. Yo igual — Miguel no podía tomarse enserio a la chica si estaba ebria por dos vasos de cerveza, la chica era débil

Miguel cerró la puerta, no pensaba irse de una vez. Aún no había bebido lo suficientemente según su criterio ¡Apenas tocó su vaso de Whisky! Aseguro las puertas del automóvil y regreso al bar. Sentándose en donde anteriormente se encontraba mientras pedía otra botella de whisky.

Juguetea con el licor en su vaso, algo aburrido. La música era horrible y estruendosa, la gente era tanta que había calor y poco espacio, hasta el whisky sabía mal, como barro embotellado, el lugar al que Marcó tanto había deseado ir era una pocilga en comparación a la cantina a la que siempre asistían. Suspiró irritado, siquiera sabía que canción tenían puesta, era tan mala que no la considera música, más bien era ruido pegado a una melodía exactamente igual. Suspiró frustrado mientras hecha su cabeza a atrás

Virgen, dale fuerza para terminarse esa botella

Sintió un escalofrío recorrerlo, era algo como un punzante ardor en su espalda, suspiró moviendo su cabeza suavemente a los lados buscando algún indicio de que podría causar aquellos golpes en la nuca que sentía. Termino por girarse completamente, disimulando al mirar a todas direcciones. En una mesa lejana, pudo distinguir a un grupo de chicos que reía mientras bebían, pero uno no reía ni platicaba, solo estaba con su taladrantes mirada sobre el, con una suave sonrisa que se ensanchó al haber captado su atención. Rápidamente, Miguel apartó la mirada regresando a la botella de whisky. Podía sentir aún la mirada en su nuca, obviamente aquel chico quería que cediera y volviera a mirar en su dirección, no pudo evitar estremecerse nervioso. Mando el vaso al diablo para tomar la botella y posarla sobre sus labios, tragando la bebida de zopeton, alejó la botella haciendo una mueca y agitando la cabeza como una reacción ante el amargo sabor que le quemó la garganta, se hubiera quedado en el auto, le repetía su mente una y otra vez. Intento disimular cambiando de puesto y regresando su mirada a donde vio el chico. No pudo distinguir nada, pues la gente aglomerada empezaba a esparcirse por todos lados y caer donde podían, esto se volvía sofocante

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