— Miguel, pásame las gomitas — hablo Hiro con la pantalla de su teléfono frente a sus ojos, se encontraba mandando correos de suma importancia sobre su próximo proyecto a su profesor, esperaba una aprobación rápida, sino tendría que volver a modificar los planos, pero no era capaz de pensar apropiadamente sin un estimulante dulce que depositar en su boca en un ritmo coordinado: escribe, relee, y come una gomita. Sin embargo su bolsa de gomitas se había acabado
— Ahorita Joven, que estoy en la recta final con Luigi — dijo Miguel concentrado en pulsar los botones del nintendo, entre sus manos uno de los artefactos más arcaicos en la opinión de Hiro: un Nintendo DS XL ¿Acaso Miguel no sabe que ya nadie picha botones y todo es por pantallas táctiles? ¿Que existían modelos más bonitos y con más juegos? ¿Que existía una versión 3D? ¡Miguel, por dios, ese aparato tiene más de siete años contigo! ¡Suelte esa vaina y compre un Wii U como cualquier ser humano moderno!
Pero como Miguel venía de un pueblito donde a duras penas habían celulares, wifi –con una velocidad de caracol sobre tortuga–, y computadores –de esos modelos Power Mac G5, si, de esos que no son portátiles y tienen una caja en vez de pantalla. También había visto que pusieran en funcionamiento una IMAC, aunque nada se compara a la máquina de escribir de mamá Elena–, el siempre sacaba el pecho orgulloso, expandiendo plumas cual pavo real mientras, alardea sobre su nintendo. Hiro no era quien para cortarle aquel orgullo, aunque ya en más de una ocasión ofreció buscar un mejor modelo para remplazar aquel, Miguel se aferra a uñas y dientes al aparato, que estaba muy bien cuidado. Aún recordaba que una vez salió el nuevo modelo de Nintendo, lanzó el suyo por la ventana, haciéndolo pedazos porque necesitaba y deseaba el nuevo modelo. Modelo que, solo uso una vez en su vida y dejó olvidado después de que saliera una modelo de laptop Apple más reciente. De hecho, fue todo un reto el quitarle su teléfono a Miguel y cambiarlo por un modelo decente, porque a Hiro casi le da un desmayo cuando Miguel le mostró su celular ¡Tenía una tapa y teclas! ¡Cómo los de Phineas y Ferb! Eso ya era un crimen. Entre sus recuerdos después de ese regalo, podía ver a Miguel frunciendo el entrecejo mientras miraba la pantalla del teléfono, buscándole sentido o alguna lógica, Miguel presionando la pantalla dudoso y sorprendiendose con lo que tocaba o sus funciones, Hiro no pudo evitar comparar a su novio con un mono al verlo tan perdido mientras experimentaba el uso de su teléfono nuevo.
Rodó los ojos frunciendo el entrecejo para ver a Miguel, que seguía sin moverse y pasarle las gomitas de osos que estaban sobre la mesa, justo a un lado de la lata de gaseosa que Miguel bebía. Era una especie de costumbre que al estar ambos en la sala, llenarán la mesa de dulces y bebidas, para luego así no tener que levantarse a la cocina, es más cómodo.
— Nada te cuesta poner pausa — argumento Hiro sin apartar la mirada de su celular
— Podrías dejar el celular y buscarlas tu, yo estoy ocupado — continuo diciendo Miguel frunciendo el entrecejo, saco la lengua mordiendola levemente, está era la última vuelta en el circuito del arcoiris ¡Chale ¿Quién puso esa banana ahí?!
— Tu estás más cerca — insistió Hiro, no quería alejar la mirada de su celular, pues seguia leyendo las correcciones a su trabajo y no le gustaban nada, parece que no se alejaron del computador, tablet y celular en toda la noche para modificar y ajustar su proyecto a las exigencias del profesor que parecía querer torturado al encontrar cada mínimo error y resaltarlo como una falla monumental.
— Estira la mano y vez, como te pones más cerca
— Miguel, pásame las gomitas ¡Ahora!
— Si, si, esperaré tantito — dijo sin mayor importancia, se encontraba en la vuelta final y en segundo lugar por haber resbalado por la banana, pero ahora tenía un caparazón rojo en su poder y la balanza se vería a su favor.
Hiro tomo una bolsa de papas que tenía al alcance, porque no planeaba estirarse más. Apunto a la cabeza de Miguel y las lanzó, Miguel aparta la vista del aparato poniendo pausa en el proceso, luego recibió un golpe de una lata vacía, luego un borrador que Hiro lleva en su bolsillo
— ¡Pero que pedo! — Miguel tomo la bolsa de Gomitas y se la lanzó a Hiro a la cara, ya harto. Volvió su mirada a su partida, para continuar, sin embargo, se vio interrumpido cuando una bolsa de frituras de queso, dándole a la pantalla superior y ocasionando que el Nintendo se cerrará, abrió rápidamente el juego. Había caído por la senda... Miró mal a Hiro, que se hacía el inocente de sus culpas al esconder la mirada tras su celular mientras comía una gomita. Se levantó con calma y emprendió camino al pasillo. Hiro no le tomo mayor importancia, pues tenía cosas que arreglar con su profesor.
— ¡¿Pero que...?! — la página que tenía abierta se cerró, y la señal del wifi dejo de titiliar. Hiro entro en pánico, desactiva y activa su conexión, pero no pasaba nada, como si su señal no existiera.
— Se dañó la wea esta del internet — Miguel hizo acto de presencia, sujetando con una mano el cable del Reuter. A Hiro casi se le sale el alma al verlo aplastado, pisoteado por completo
¡Maldito Miguel! ¡Claro! Como el vivía de el partido de fútbol, la radio, y sus prácticas de guitarra le valía rábano si había o no señal wifi en la casa ¡Y como él no lo pago!
— Miguel... — se levantó tirando todo enfurecido, se fue derecho a embestir a Miguel, pero este ya lo esperaba con los brazos abiertos, atrapandolo y suspendiendolo en el aire, Hiro maldijo ser más bajo que Miguel por esos escasos cinco centímetros ¡Puro cinco centímetros! Daba patas al aire y se agitaba con fuerza de entre los brazos de Miguel, que simplemente lo presiona contra su pecho sin cuidado, manteniéndolo bajo control. O al menos eso pensó Hiro hasta que Miguel se dejó caer de espaldas al suelo, fue un duro impacto que en su mayor parte recibió Miguel, pero el golpe fue tan seco que Hiro sintió el dolor en toda la parte trasera de su cuerpo. Siguió zarandeadose y moviendose de un lado a otro, buscando liberarse. Pero no podía, simplemente era demasiado flacucho y delicado en brazos de Miguel, que todas las mañanas salía a hacer a ejercicio mientras el se quedaba durmiendo hasta las diez. Dándose cuenta a los diez minutos de forcejeos, de que era completamente inútil el luchar contra la fuerza de Miguel, tuvo que irse calmando de apoco, no se relajaba simplemente dejo de intentar soltarse, esperando que Miguel lo soltará.
Uno...
Dos...
Cinco...
Siete minutos y seguían en la misma posición, a Hiro no le había quedado de otra que estar completamente tranquilo sobre Miguel, esperando algo desganado que lo soltará, ya no haría nada en su contra, el aparato estaba roto y solo le quedaba comprar uno nuevo.
— ¿Planeas soltarme?
— Nop
Bufó ante la respuesta
— ¿Echamos una partida de Mario party?
— ... ¿Puedo ser Yoshi?
— Está bien
— ... ¿Pero vas a soltarme?
— Esperate tantito, que ya estoy cómodo
Hiro suspiró, ojalá que ese "tantito" no sea igual al de las gomitas y dure más
[...]
Lo que tenía a mi lado era mi nintendo, pero cambie de posición cuando empecé a escribir en busca de comodidad y ahora era mi teléfono lo que estaba a mi derecha
Así que pude ambas cosas XD
Bueno, esto fue bello, pero todo tiene su final :'3
Nos leemos cositas Chocolatosa hermosas 💕
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- ¡Hiroguel Week! -
Fanfiction- ¡Chinito de mi corazón! ¡Muy buenos días! - ¡Maldita sea Miguel, son las seis de la mañana! ¡Cállate y sierra las cortinas! - ¡También te amo! - ¡Te odio! Personajes: Disney Historia: Yo Patrocinio: Team Anarquia/Editorial Barra de chocolate