- ¡Mal-dita-sea! - exclamó mientras daba golpes a la mesa mientras gritaba aquella maldición por enésima vez en el día. Su compañero, que dejo su café sobre su mesa, soltó un gemido de sorpresa y dolor cuando el liquido caliente cae sobre su pierna, más específicamente sobre su muslo
- ¡Por Dios, Miguel! ¡Tantita consideración con mi meriendita ¿No?! Es el sexto café esta semana que me tiras encima - refuta enojado, sacandole un suspiro a su compañero que tiro de su corbata aflojando el agarre buscando tomar mayor cantidad de aire, paso una mano frustrado sobre su cabello echandolo hacía atrás enojado
- Pues es la sexta vez esta semana que estamos así de cerca de atraparlo - le mostró sus dedos índico y pulgar uno cerca del otro haciendo referencia a lo que habla -, na'mas eso, Marco, así de poquito y atrapamos a ese hijo de la chingada - bramó dando una patada al borde del escritorio, haciéndolo tambalear todo sobre la mesa, Marco tomo la pantalla de computador para evitar que de caiga y se parta, las rabietas de impotencia de Miguel traían severas consecuencias en cuanto inventario
- ¿Curioso no? - señaló Marco la pantalla -. Un extranjero de rasgos asiáticos llega a Santa Cecilia hace dos años atrás, quema todo el pueblo con ayuda de un "misil" rojo, debasta y esclaviza la mitad de la población mexican y la otra mitad se vuelven rebeldes en busca de la cabeza de este chino como si eso fuera a restaurar la paz - hablo tranquilo -. Eso mismo paso en San Fransokyo y la mitad de America del Norte - mencionó regresando la vista al computador regresando la grabación una vez más, observando con detenimiento al "misil" rojo que hacia explotar la entrada y llegaba volando para que luego hubiera interferencia. Misil rojo es un apodo dado a esa cosa inmensa que hacia su acto de presencia junto con una destructiva entrada llena de explosiones y gritos
- ¿Y según tú, donde estas lo curioso? - hablo Miguel enojado, su piel se erizaba recordando cuando regreso con Marco a su casa siendo recibido con la zapatería Rivera destruida, solo escombros de lo que alguna vez fue su hogar
- Que el día anterior nos fuimos de peda y tu todo preocupa'o por la reacción de Abuelita al llegar oliendo a whiskey - rio Marco buscando romper aquella tensión, que curioso que justo el día anterior de aquella devastación, Marco arrastrara a Miguel a un bar lejano, que terminaran borrachos mientras cantaban por las calles del pueblo, perdidos y sin nada más que sus guitarras encima, que al despertar de un brinco en algún parque lejano de sus respectivos hogares salieran disparados cual bala en dirección a sus casas y encontrar pura devastación y un ser que en definitivo no era humano, vestido de rojo, luciendo orgulloso sobre los escombros mientras destellaba amenazador. Con aún una pizca de cordura y algo aturdidos hicieron lo que cualquiera hubiera hecho y corrieron sin mirar atrás. Quien sabrá cuanto tiempo corrieron y solo Dios es testigo de la hambruna que pasaron durante toda una semana, sobrevivieron por un golpe afortunado de ser hallados por más sobrevivientes. Así recordaba que todo empezó, pero el tiempo pasaba tan rápido que los recuerdos parecían borrosas pesadillas que calcaban una cruda realidad que los rodea.
Miguel apretó los puños, sentía rabia y ganas de reventar en sollozos. Habían preguntas que rondaban su cabeza ¿Que fue de su familia? ¿Donde esta la tía de Marco? ¿De donde salió ese sujeto? ¿Por que llegó a México? ¿Como se puede ser tan horriblemente malo?
No hayaba respuestas, sino más dudas y suposiciones que no le permitirán dormir bien.
- Me voy a dormir - anuncio Miguel levantandose
- ¿A las tres de la tarde?
- Pues me voy a la verga, no me molestes mientras ¿Quieres? - salio de la habitación llena de computadores y cables, la propia sala de vigilancia de película sobre invasiones, esas donde te meas de miedo al pasar por el elevador de rejas y bajar o subir teniendo el pesado sonido de los mecanismos presente torturando tus tímpanos, incluso sentían leves temblores bajo los pies como si en cualquier momento el elevador fuera a caerse. Todo estaba lleno de cables y cadenas, el piso se veía a duras penas entre manchas de aceites. Sin duda era la cabina del horror. Miguel bajo del elevador quedando frente a frente a un callejón destruidos y desértico, cerro la puerta de rejas del elevador con rudeza, odia el panorama, un pueblo tan bonito como Santa Cecilia fue descolorido por un villano con ínfulas de Doctor Octopus o que sabe él, ya ni se acuerda de la película. Era deprimente recordar los buenos tiempos, llenos de música y color, de alegría y despreocupación

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- ¡Hiroguel Week! -
Fiksi Penggemar- ¡Chinito de mi corazón! ¡Muy buenos días! - ¡Maldita sea Miguel, son las seis de la mañana! ¡Cállate y sierra las cortinas! - ¡También te amo! - ¡Te odio! Personajes: Disney Historia: Yo Patrocinio: Team Anarquia/Editorial Barra de chocolate