8:40 am
A 5 kilometros del pueblo Haleaf, se encuentra la residencia de la madre de Albert, cerca de del bosque que rodea el pueblo; John, quien estaba tras el volante, se acercaba a la casa, de repente, Fátima dice:
—Despierta Albert, ya llegamos— dijo su madre en voz alta mientas John disminuía la velocidad para detenerse frente a la casa.
Albert inmediatamente recargó su espalda en el respaldo del asiento izquierdo, tomó su morral y lo puso sobre su hombro derecho, lo dejó sobre sus piernas, estaba dormido sobre los dos asientos traseros, una vez que el auto se detuvo completamente, Albert abrió la puerta derecha, donde estaba la maleta, la tomó para salir junto a ella, la dejó en pie y fue a abrirle la puerta a su madre, le estrechó la mano derecha, ella la tomó y le ayudó a salir, cuando se puso de pie dijo:
—Gracias hijo
—No hay de que— respondió Albert
Ambos se dirigieron a la puerta de entrada, Albert dejó que su madre tomara la delantera, tenía que llevar la maleta. La señora Fátima metió su mano derecha a uno de los bolsillos, pero Albert dijo:
—Espera, yo tengo las mías— metió su mano izquierda al bolsillo de su pantalón y sacó sus copias de llaves, separó la llave de la puerta principal y con la otra mano tomo la perilla, durante este proceso, ella dijo:
—El seguro de arriba no esta puesto—
Albert la mira y pregunta extrañado:
—¿Porqué?, siempre lo pones—
—Íbamos a volver pronto, así que no era necesario— respondió Fátima
Albert se sintió confundido, dirigió la vista a la chapa y abrió la puerta, la señora Fátima entró primero, se desplazó a la cocina; Albert abrió la puerta de entrada lo mas que permitían las bisagras para ingresar con su maleta desplazada con sus dos pequeñas ruedas, la dejó cerca de uno de los sillones cercanos a la puerta de entrada, éste mismo estaba puesto de espaldas para separar el ingreso con la sala. Albert se quedó esperando a su madre, miró la perchera, vio que en ella había un suéter negro pequeño, estaba completamente seguro que no era de el por el tamaño, además de que tampoco su madre le gustan de ese estilo: con capucha sin cierre y con una bolsa compartida al frente, entonces Albert pregunta:
—Mamá, esa sudadera que esta en la perchera, ¿de quién es?—
—Oh, que bueno que preguntas, hace un mes contraté a una muchacha para que se encargue de la limpieza— respondió Fátima desde la cocina mientras revisaba su bolso sobre el comedor rectangular.
—¿Para la limpieza?—
—Verás, la ultima vez que estaba lavando los platos y la ropa a mano, hace casi un mes de eso, mis articulaciones comenzaron a dolerme muy fuerte, estoy en tratamiento para eso
—¿Cómo se llama?
—Pandora
—¿Pandora?
—Sí, tiene un nombre poco común pero hasta ahora se me ha hecho una chica muy servicial, con el tiempo pienso subirle el sueldo.
Fátima sale de la cocina con su pequeño bolso redondo blanco sobre un hombro y se dirige a Albert, mientras él dice:
—Me alegra que te esté ayudando, lamento no estar aquí para que yo tome ese lugar
—No te preocupes, ella ha hecho un buen trabajo, tambien cuando necesito cargar o mover cosas pesadas, ella lo hace por mí
—Quería preguntarte, ¿ella ha entrado a mi habitacion?
—Sí, en su primer día de trabajo, le ordené que limpiara tu cuarto, había bastante pelusa debajo de los muebles—
Albert se sentía un poco disgustado, y se notaba en su expresión, él preguntó:
—De casualidad, cuando ella viene, revisas la casa para comprobar que no se lleve algo?—Tranquilo, yo reviso todos los rincones de la casa, y desde que comenzó a trabajar, todas nuestras cosas están siempre en su lugar
Escuchando esto, Albert se tranquilizó, cambiando de nuevo su expresión, Fátima dijo:
—Bueno hijo, debo irme, regresaré en la noche
—Mamá, no tienes una foto de ella para identificarla?
—Tengo una en el celular— La sra. Fátima buscaba en los bolsillos de su abrigo su teléfono inteligente, pero no lo sentía, y dijo:
—Perdón hijo, lo dejé en el auto.
—Esta bien, ¿vendrá a trabajar hoy?
—Sí, pero no sé muy bien a que hora, cumple con los días pero su horario varía, tiene otro empleo, pero no recuerdo bien donde
—Está bien
—Nos vemos, cuidate y descansa, distaete de la escuela— Albert se encorvó para estar a la estatura de su madre, Fátima le dio un beso en la mejilla a Albert, él responde:
—Tú también
Albert permaneció en su lugar hasta que Fatima salió de la casa; junto con su maleta y cargando su morral negro sobre su hombro derecho fue a su habitación, caminó por el pasillo de entrada hasta llegar a la segunda puerta a su derecha. Una vez dentro, la dejó al lado de su cama y se recostó boca arriba, no se sentía cansado, así que comenzó a pensar en hacer alguna actividad para pasar el rato, recordó lo que tenía planeado hacer junto a su madre esta mañana: desayunar en la nueva cafetería del pueblo, que se caracteriza por sus mini pays de manzana con canela y sus bebidas calientes mexicanas, lo último es "toda una novedad, pero poco exitosa", según su madre.Comenzó a sentirse un poco molesto de que su madre no lo dejara acompañarla a ese "asunto importante": el negocio se encuentra en proceso de traspasarse a otras personas de confianza de Fátima, a su hermana menor Mónica y su marido Abraham; el negocio es de venta de fertilizantes, algo muy demandante en el pueblo, ya que a sus alrededores existen kilómetros de tierra fértil y gente dedicada a la agricultura, y gracias a ello tiene mas 20 años de vida.
Durante los cuatro años que se efectuará el traspaso, Fátima subsistirá del dinero que ganará de las casas y departamentos en renta que tiene en el pueblo, ella buscaba desde hace tiempo a la persona indicada para poder retirarse temporalmente de esa rutina y desgaste físico que llevaba a cabo con Albert y su ex marido: levantarse, caminar al negocio, atender clientes, limpiar, acomodar mercancía, entre otras actividades.
Albert decidió olvidarse de ese asunto y concentrarse; en ese momento, llegó a su mente alguien , con una pequeña sonrisa en su rostro, recordó a su viejo amigo y al mismo tiempo, uno de sus lugares preferidos, el bibliotecario, el viejo Hudson y la pequeña y rústica biblioteca pública que visitaba a menudo cuando vivía en el pueblo, la cual extrañaba su bella arquitectura y sus instalaciones. Así que, sin dudarlo, se levantó y tomó su morral, quería darle una visita sorpresa y buscar un libro de poemas que le fascinó y ansiaba por terminarlo, por su imaginación y sus puntos de vista extravagantes sobre lo bello y lo horrendo.
Antes de que saliera de su casa y se dirigiera a la parada del autobús hacia el pueblo, prefirió cerrar con llave su habitación, no quería que la chica de la limpieza entrara a a su cuarto y espiara sus cosas, y con ello, pudiera irse tranquilo.
Estando en la puerta de entrada, notó que la temperatura había disminuido, entonces sacó de la mochila su gorro y su bufanda, cerró la puerta con llave y tomó el camino a la parada del bus al pueblo, todo aún cubierto de neblina poco más clara que hace unas horas en la ciudad.
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El Fénix
Fiksi UmumAlbert visita a su solitaria madre en las vacaciones de verano, siendo esta su segunda visita, ocurren acontecimientos inesperados: desde el retorno desagradable de su padre, conocer a una joven peculiar quien será su acompañante, y hasta conocer s...