Que Empiece El Juego [yoonmin]

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No podía creer lo que estaba viendo, un hombre muy grande y  musculoso vestido totalmente de negro tenia amarrados a sus padres en unas sillas y con unos paños cubriendo sus bocas para evitar que ellos gritaran. Queria ayudarlos, apesar de que consideraba que no eran buenos padres con él, le dolía verlos en aquella situación pero ¿Qué podía hacer si tan solo tenía 15 años? Si, tal vez llamar a la policía pero su celular estaba en el segundos piso y primero lo matarían a él antes de que subiera el primer escalón. Suspiró frustrado y vió como aquél hombre se alejaba para responder una llamada.

El castaño en aquel entonces se acercó rápidamente a sus padres para tratar de liberarlos pero al no poder soltar el nudo en sus muñecas soltó un sollozo soltando todas sus lágrimas retenidas hasta el momento, vió a su madre removerse y le quito aquel paño para que pudiera hablar.

ー Escuchame bebé ーHabló la mujer mientras las lagrimas se deslizaban por sus mejillas ー tienes que huir de aquí mi vida, te prometo que vamos a estar bienー Los ojos del joven se nublaron ante tantas lagrimas y bajó su mirada negando repetidas veces. ーEscuchame hijo, se que no hemos sido buenos padres pero quiero que sepas que te amamos mucho, más de lo que tú crees, pero ahora tienes que salir de aquí.

El castaño estaba ido en sus pensamiento ¿Qué clase de hijo sería si los dejaba abandonados a la suerte? Nuevamente volvió a negar escuchando las pisadas de aquel hombre acercarse.

ー Vete Jimin, nosotros estaremos bien. Cuando estemos libres iremos a buscarte, te lo prometo ーUn fuerte sollozo salió de la mujer y viendo a su hijo más convencido vió como se levantó y dejo un beso en la frente de cada uno de sus progenitores antes de salir corriendo.

El castaño salió corriendo de aquella casa con todas las fuerzas que tenía, tal vez si era rápido lograría pedir ayuda y la policía detendría al delicuente, sin embargo el sonido de dos disparos hicieron que detuviera en seco y miles de lágrimas cayeron de sus ojos cual catarata. No, sus padres estaban bien, ellos se lo prometieron.

En ese momento llegó una patrulla llena de policías, vaya momento de llegar, regresó a esa casa para poder ver a sus padres ser rescatados por aquellos uniformados pero lo único que vio cuando estuvo frente a la puerta, era a los dos cuerpos sin vida ser desamarrados de la silla en la que estaban por los policías; la desesperación parecía inundar cada rincón de su cuerpo y fue cuestión de segundos para soltar un fuerte sollozo y caer al suelo arañando sus brazos con sus pequeñas uñas en lo que sentía uno de los policías tratar de calmarlo.

El cuerpo que en esos momentos descansaba en aquella gran cama se levantó de un brinco sintiendose completamente sudado y como sus mejillas estaban humedad por las lágrimas que se  resbalaban por estas, ya había pasado diez años de lo sucedido con sus padres y él seguía teniendo esas pesadillas. No quería volver a tomar terapias con un psicólogo, lo creía innecesario además que era supremamente costoso y su salario no daba para costear uno.