Primer día

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Luego de que su madre lo despertara de su gran sueño de fantasía donde él era el héroe que vencía al dragón y salvaba a la princesa, solo para regresar a su triste y aburrida realidad, en la que no era un gran caballero o tenía una doncella en peligro que salvar. No era más que un adolescente que comenzaba ese día el tercer año de secundaria en una nueva escuela, diferente a la de todos los años, el no era alguien problemático o con problemas de aprendizaje, al contrario era el mejor de la clase en cada asignatura en cada año. Un estudiante ejemplar, sin embargo era alguien demasiado tímido, vergonzoso y le costaba integrarse, no solo eso sino que cuando al fin alguien se acercaba para entablar conversación su excesiva sinceridad los alejaba por decir algo que no les agradaba, por eso cada año se cambiaba de instituto, no por buscar amigos o algo por el estilo, solo lo hacia para siempre comenzar desde cero, sin que nadie sepa algo sobre él o que por conocerlo fuera atacado.

Este año el joven eligió como su nuevo refugio al colegio nacional, un sitio que le gustaba demasiado desde siempre tanto por su historia y por ser el más antiguo de la provincia, pero no había tenido las agallas para ir antes, sin embargo este año sin dudar lo eligió.
Aquí se encuentra el adolescente subiendo las escaleras del colegio, un tanto asustado pero intrigado por lo que le esperaba, una vez ingresó un asesor de cada uno de los años los guió hacia el primer patio del colegio donde se encontraba el mástil, allí diariamente al ingresar se iza la bandera mientras todos los presentes citan el himno a la misma.
En ese momento el chico solo miraba su entorno ya que mucho no le interesaba la bandera, solo intentaba familiarizarse con el sitio que debía tomar como escuela ese año, comenzó a observar todo a su alrededor, intentando que nadie más lo notara, mientras miraba encontró la cantina al lado de su nuevo curso lo que le resultó provechoso y cómodo para evitar largos trayectos para desayunar, luego localizó el despacho del rector curiosamente ubicado en frente de su curso, obviamente cruzando todo el patio, pero relativamente cerca por si llegara a necesitar algo. Cuando estaba a punto de terminar su misión de reconocimiento la vio, en una de las filas de cuarto año, una chica de cabello un tanto corto con un color negro brillante que lo deslumbró, la chica tenía una tez blanca que denotaba pureza, un rostro muy bonito y unos ojos dulces protegidos por unos lentes que por alguna razón manifestaban gran intelecto en ella. A pesar de que había cerca de dos mil quinientas personas en el patio, el solo la vio a ella, se encontró sumergido en una especie de trance, en el cual recordaba el sueño de aquella mañana y ella era la doncella, el colegio era el castillo y la preceptora que le gritaba por estar perdido y no regresar al curso era el dragón.
Una vez despertó camino lentamente al curso observando a la chica marcharse a su correspondiente sala. 

Esa mañana él solo pensó en ella.

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