Abrir y cerrar de ojos II

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El caballero de la princesa parecía cada vez más molesto mientras le escuchaba hablar a la reina tras las puertas. Ambos se habían formado contra los pilares a la espera de sus príncipes, tal y como lo ordeno la reina, pero no eran sordos, podían escuchar cada palabra pronunciada, tampoco era como si los otros guardias no escucharan conversaciones ajenas, de hecho, en quien abría la boca se le cortaba la cabeza, dependiendo de la información que era revelada. Como se trataba del castillo, no temían en hablar con guardias en el lugar, todos eran nacidos en Silla, nadie externo a ese pueblo era recibido como guardia por lógicas razones, una de ellas era el ser traicionados.

La amistad del reino con Baekje llevaba años, todo por la unión que se realizó contra la última guerra a Gouryeo, y lo merecían, aquel reino aun buscaba expandirse en más tierras de las que tenía. ¿Por qué necesitar más? ¿Qué era lo que se deseaba? Si buscaban oro estaban lejos de obtenerlo, las minas eran propias de cada reino, en lugares secretos donde solo un tercio del reino lo conocía y todos con la información hasta la muerte. En fin, eran los guardias mejor catalogados en el reino al momento, poco antes era solo él, ahora también se encontraba Hoseok quien seguramente ya no volvería a su antiguo hogar, sino que se quedaría a cuidar de la princesa incluso luego de la coronación.

Aunque mantenía la mirada al frente, lograba ver como Hoseok apretaba su mano con fuerza, y dudaba que fuera exactamente por las palabras que estaba dejando salir la reina, sino por la princesa. Se había sorprendido de esa forma de hablar por parte de ella, ir contra la reina era un crimen, pero no le importo enfrentarla.

—¿Por qué no escoges a una de esas princesas? —Pregunto al príncipe sin moverse de la puerta de su habitación.

—Porque no me gustan esas mujeres.

—¿No? ¿Qué tienen de malo? Son hermosas Jimin.

—¿A ti te gustan? Bien, escoge una de ellas y cásate.

—No seas exagerado, sabes bien que no quiero casarme aún.

—Entonces no digas estupideces.

—¿Por qué es una estupidez llamar hermosas a unas mujeres?

—Son todas iguales Jungkook. Llevan siempre el meñique alzado, hablan con una voz chillona, se asustan por todo y esperan que seas el héroe siempre.

—A eso se le llama educación Jimin.

—Soy educado y no necesito ser falso. Si una mujer va a gustarme tiene que ser ella misma y no dejar que la corona le quite su personalidad.

Y estaba de acuerdo. Todas las mujeres que antes visitaron a Jimin eran exageradas incluso en su forma de hablar. Adulaban al príncipe en todo momento, sus brazos, su rostro, su cabello, sus músculos, todo, en todo momento era un coqueteo y no existía relación diferente, no habían risas ni comodidad, ni por parte de él y mucho menos el príncipe quien era el protagonista de todo.

Finalmente apareció una princesa de aquellas que Jimin le había hablado, sus gustos tan diferentes a todos. La mujer sin duda era perfecta para él, podría ser incluso que lograran enamorarse. El dolor comenzó de inmediato a llenar su pecho, mientras Hoseok se encontraba molesto por las palabras de la princesa, que de seguro en otra oportunidad la condenaban, el solo deseaba salir de ahí.

—Ustedes. Encárguense. — Ordeno un cambio de guardia. — Hoseok, ¿Quieres entrenar?

—¿Eh? ¿No deberíamos esperar por ellos? —Preguntó extrañado de su invitación.

—Créeme que estarán ahí un buen rato. —Realizó una mueca para luego darle más tranquilidad a Hoseok con una sonrisa.

Había logrado convencer a Hoseok de practicar un poco, necesitaba distraerse, pensar en algo diferente que no fuera Jimin y la princesa hablando en ese lugar a solas. Ya imaginaba como la mujer se enamoraría del príncipe, era de esperarlo, Jimin era increíble, si esta se enterara de quien era Chim, seguramente lloverían princesas, todas admiraban al enmascarado, era el rey de los pobres, incluso muchos se preguntaban por qué Jimin no tenía celos del enmascarado, le estaba robando al pueblo, existían quienes admiraban al enmascarado y otros que apoyaban al verdadero príncipe, el pueblo estaba dividido en dos personas que en realidad eran una sola.

My King | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora