Era difícil mantener aquella posición en la que había quedado con Jimin, arreglar todas las posibles dudas que aparecerían con el tiempo, todo se le estaba complicando, en realidad, lo estaba asimilando, poco a poco, muy lentamente, pero lo intentaba. Jimin se iba a casar.
Para su mala suerte hacer algo al respecto seria arriesgarse a ser colgado o perder la cabeza, era suficiente con todos los rumores que crecían día a día por culpa de su personal, agradecía que nadie noto la escapada de la noche anterior, donde solo las paredes del castillo habían sido testigos de las eróticas escenas, donde sus labios sacaron gemidos en la boca del otro, donde sus manos se habían armado de valor para recorrer nuevo territorio, donde dejo el pudor y logro tomar a Jimin de las nalgas con el fin de acercarlo más a su cuerpo; habían tenido suerte.
Mientras más se miraba al espejo, más se arrepentía de no ponerle una mano encima a Jimin antes de la noche anterior, perdió la oportunidad de tenerlo más tiempo entre sus brazos, de tocarlo y hacerlo gemir su nombre, no solo entre caricias, sino demostrándole realmente lo que sentía, estaba enamorado de él. De por si su cuerpo estaba adolorido, no solo se amanecieron haciendo el amor, incluso por la mañana donde apenas recuperaron sus fuerzas, sus cuerpos volvieron a hacer lo suyo y cuando pensó que podría tener un tranquilo baño caliente con Jimin, terminaron en una resuelta de preguntas, dudas y sentimientos, y con sentimientos se refería no solo a conversarlo, sino a demostrarlo.
Quién más se debía encontrar afectado por todo ese movimiento físico, era el príncipe, las razones estaban de más explicarlas, era justamente ser el culpable lo que le preocupaba. La única caminata que debía hacer era cruzar el gran salón hasta el padre de la iglesia, el seguidor más cercano a Dios. Si le preguntaban, no podía creer en un dios que después de esa "muerte", no había vuelto a aparecer, ¿Dónde estaba dios en tanta guerra? Siempre existiría el bien y el mal, pero gran parte de los humanos creían en un ser superior y que los reyes eran descendientes de ellos, por ende una ceremonia debía realizarse siempre en el nombre de dios. Basura.
Arreglo sus ropas una vez más sin quitar la mirada del espejo. Su expresión no podía cambiar desde que dejo hace apenas hora y media a Jimin, denotaba lo disgustado que estaba con respecto al matrimonio. Tomo la espada y la ubico en su traje, en el cinturón donde se mantuviera con firmeza en el lugar. Su puerta sonó, el ultimo llamado para escoltar a su príncipe al salón. De un solo grito calló el golpetear, no podían pedirle un buen tratar cuando se encontraba tan molesto. Jungkook era otro, no aquel soldado sonriente de siempre, esa tarde estaba completamente sumergido en su papel de guardia, con la inexpresividad en su rostro.
Debía dejar sus pensamientos de lado y centrarse en su trabajo, aquellos que buscaban matar a los reyes esperaban celebraciones masivas como esas, donde se reunía la mayor parte del pueblo como distracción para los soldados, se mezclaban entre ellos y se encargaban de asesinar silenciosamente a los herederos. Aunque en ese reino no había ocurrido hace bastante tiempo, con los ultimo ataques no podían dejar de sospechar de los posibles ataques de Gouryeo. Pero, era tan difícil para el dejar a un lado los pensamientos sobre Jimin, cuando en cada segundo era lo único que pasaba por su cabeza y el dolor de tener que dejarlo alejarse poco a poco de él con una caminata hasta ese maldito tipo cercano a dios. ¿Dónde encontraría la concentración para evitar alguna tragedia? Por primera vez, se estaba sintiendo débil.
A paso firme se dirigió con escoltas tras su espalda siguiéndole. Tres guardias más en sus armaduras junto con unas banderas, más dos soldados de la corte como les llamaban, aquellos que vestían el uniforme de cuero del reino y él quien encabezaba la protección del príncipe.
Toco con firmeza la puerta y el anunciante finalmente habló.
—¡Su majestad! Estamos listos para escoltarlo. — Habló el hombre a la gran puerta de madera.
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My King | Kookmin
FanfictionLos cuentos de hadas siempre cuentan las mejores historias de príncipes y princesas en épocas medievales. Pero, ¿Esa era la realidad de todos aquellos que heredaban el trono?, ¿Eran realmente los príncipes felices de casarse por el bien de sus reino...