LÍNEAS DEL DESTINO

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Por: EliceBcest

"El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad"

                                                                                                                                                                     Giovanni Papini




Se preguntaba qué podría ser más patético que él mismo en ese momento, probablemente existirían muchas respuestas satisfactorias para esa pregunta de no ser porque en realidad se sentía demasiado "roto" para pensar al respecto. Tenía alrededor de tres horas llorando lánguidamente debajo de sus sabanas, abrazando esa chaqueta, respirando su olor, sintiendo el forro e imaginando que eran sus brazos. Lo que más detestaba del asunto es que llevaba una semana así, una asquerosa y mierdosa semana así, quería intentarlo, realmente quería hacerlo, deseaba olvidarlo, pero en todo lo que veía lo encontraba. Ahí estaba, dentro de cada uno de sus experimentos, a él le encantaba que lo viera trabajar, usualmente no gozaba de mucha paciencia para explicar y sin embargo con él hacia una excepción, era como si en cada palabra existiera una conexión, con él se sentía realmente escuchado.

Como jodia sentirlo en todos lados, y lloraba como un triste marica, y es que así se sentía Rick Sánchez, después de todo no dejaba de ser un estúpido adolescente. Esos días había sobrevivido gracias a una bebida rehidratante de su invención, ya que incluso no tenía ganas de beber alcohol hasta perderse, no, únicamente deseaba permanecer tirado en su cama y seguir llorando, hasta que todo terminara, hasta que volviera a ser el Rick de siempre. Aunque sabía perfectamente que esa era la más remota de todas las posibilidades, ya que lo extrañaba, realmente lo extrañaba.

Por quinta vez en ese día comenzó a gritarle a la chaqueta, se levantó de la cama, abrió la ventana y quiso lanzarla, después de todo él lo había sacado de su vida, Rick debía de hacer lo mismo. Colgaba solamente de su dedo meñique, pero no pudo, no pudo hacerlo, volvió a sujetarla, una vez más sus ojos se inundaron de lágrimas. Lo único decente que le quedaba por hacer era volver debajo de las sabanas, cuando escuchó como la puerta de su cuarto se abría lentamente.

– ¿Estás bien? –escuchó quedamente la voz de su madre.

–Sí, pero quiero estar solo –le respondió a su madre desde debajo de las sabanas.

–Hijo –ahora hablaba en español, Rick sabía que su madre únicamente le hablaba así cuando estaba increíblemente molesta con él o tenía algo sumamente importante que decirle.

–No sé qué haya pasado entre Lee y tú, pero estoy segura que pueden resolverlo. Él te quiere y por tu "confinamiento voluntario" estoy segura que TÚ también, no importa lo que hayas hecho, Lee te perdonara –decía mientras se sentaba a un lado de su hijo.

Rick levantó las sabanas rápidamente, para decirle a su madre en un tono bastante enojado. – ¿Por qué asumes que fui yo quien lo hecho a perder? ¡Fue ese idiota el que me dejo!

Al decir esto sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas, siempre creyó que esas escenas de las películas románticas donde las chicas lloraban como tontas por tener el corazón roto no eran más que pura basura sentimentalista, y ahí estaba Rick siendo el cliché más patético de todos.

Betty Sánchez sabía muy bien que su hijo únicamente le permitiría a ella verlo llorar, y bueno también Stanley Pines pese a que ahora este era el motivo del llanto. Lo tomó entre sus brazos, acariciaba su cabeza, y limpiaba el llanto de que fluía por las mejillas de su chico, Rick intentó tranquilizarse, tomó aire para después simplemente decir. –Ford.

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