No fue un ramo enorme. No fueron muchas flores como las muertas que solía enviar. Sólo era una; una flor pequeña, de hecho, una gardenia.
Jin tomó la pequeña flor y la olió. Era hermosa y su aroma era relajante. Sabía que la había enviado Hoseok, pues había aparecido en su pórtico frente a la ventana, donde las flores solían aparecer cada día y a demás, no había aparecido ningún ramo de flores muertas. Lo que no sabía era por qué. ¿Por qué la envió? ¿Se había arrepentido de sus palabras? ¿Qué significaba?
Decidido a buscar respuestas, salió en busca de Hoseok luego de poner la pequeña flor en un vaso con agua.
Sabía dónde vivía. Un departamento pequeño y algo alejado. Tocó la puerta, siendo recibido por un Hoseok desordenado.
—¿Por qué?
Hoseok sonrió de lado.
—Te dije que te enviaría flores vivas el día de tu muerte.
—Y aquí estoy frente a ti, vivo, respirando y existiendo. Explícate.
—Error. Estás respirando y existiendo, pero no vivo.-Jin lo miró confundido y Hoseok le tomó del mentón.—Tus ojos no brillaban. Estabas ido. No importa que estés vivo físicamente, por dentro, estás muerto. Justo como yo. ¿Ves lo que se siente?
Jin se apartó y lo miró frunciendo el ceño.
—¿Por qué me haces esto?
—Porque te amo, y odio amarte.
