Capítulo 3: Que sorpresa de ti

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Por fin era viernes lo que significaba; nada de escuela y absurdos estudios, cero preocupaciones de dormir en clase, no más soportar los coqueteos entre Cameron y Cristyn, era como decir basta de arcadas y caras de asco por mi parte. Estar en la cama leyendo era la mejor sensación de todas sin duda.

Tenía toda la casa para mi; aunque no era esa típica chica que hace fiestas, simplemente en la tranquilidad se lograba la felicidad con tan poco. Obviamente estaban las luces apagadas menos mi lampara que se encontraba en mi mesita de luz, logrando alumbrar mi cama y mi libro del cual no quitaba mi atención de la historia y maravillosa trama.

Sentí una pequeña ventisca de viento recorrer mi cuerpo;dejé el compendio sobre el lecho, me levanté, fui hasta la ventana que curiosamente estaba abierta lo cual me pareció bastante raro, ya que yo la dejaba cerrada siempre; seguro Cristyn quiso buscar en mi armario algo que ponerse para salir con Cameron que por lo calurosa que es, la abrió para que corriera el aire.

Justo en ese momento es donde estaba estática; alguien tapaba mi boca para que no gritase, aunque sea bastante difícil lograr asustarme, habían conseguido que me quedará paralizada por unos cuantos minutos. Una mano fría se posó por mi cintura, apegando mi cuerpo al suyo.

Tenía la mano fría; pero me refiero a una más congelada que un cubo de hielo. Conté mentalmente hasta tres y al llegar al último número, pasé mi baza por encima del o la que me sostenía, la giré dando vuelta el brazo también detrás de la espalda de quien me sostenía, aprisionándola allí mismo escuchando un quejido de dolor, pude notar que era un chico.

Acerqué un poco mi cara para tratar de observarle mejor, pero lo único que vi eran sus ojos completamente rojos. Hice presión sobre mi agarre, oyendo como sus huesos se rompían lo cual me sacaba una sonrisa, ya que me satisfacía ver a mis víctimas implorando por piedad.

???: ¡ya suéltame Raquel!- Dijo él muchacho con la voz algo dolorida.

Era el colmo, escuchar esa voz otra vez; el acento, la indiferencia a otras voces, me hizo reaccionar y lo lancé contra algún rincón de mi habitación, a lo que le sale un quejido de dolor dándome a entender que lo tiré muy fuerte. Se lo merece por entrar de esa forma a mi cuarto y hacerse pasar por un secuestrador.

???: ¡Auch!, aún sigues golpeando fuerte, Raquelcita- Se levanta y habla con un tono burlón.

Estrellé mi puño a una de las cuatro paredes, y con la fuerza que había incrementado, casi se hace un hueco, por suerte solo se hundió mi mano en el cemento, ¿se imaginan si la rompía?, Cristyn me carcomía a gritos chillones.

Raquel: te he dicho que no me digas así, Kenet- habla con la mandíbula apretada y entre dientes.

Se asoma hasta quedar bajo la luz de la luna; sus cabellos negros, su piel dorada como un simple humano, su sonrisa perfectamente blanca, con sus colmillos grandes y salidos, sin contar de el color de sus ojos totalmente carmesí que no le importaba esconder, tenía la postura de arrogante mandon, simplemente era el mismo Kenet White de mi infancia en el manicomio.

Kenet: vamos, Raquelcita, amabas que te llamará así, cuando estabas encerrada y sola- sonríe de una forma un tanto egocéntrica y se sienta en la cama.

Raquel: que pena ella murió el día del escape- se cruza de brazos mirándolo seria.

Kenet: no creo que mi novia haya muerto- vuelve a sonreír mirándola.

Mis brazos cayeron alrededor de mi cuerpo, haciendo puños mis manos,se notaba en toda mi resistencia que estaba furiosa, quería arrojarle algo por la cabeza, lo que sea, no me contuve, agarre mi lampara y se la tiré, obviamente él la esquivó y escuché la bombilla romperse.

Mierda,algo que debo esconder antes de que Cristyn se entere.

Kenet: que sorpresa de ti, nunca cambiarás, ¿no es así?- Se levanta, aparece detrás de ella y la abraza colocando sus manos sobre el estomago de Raquel.

Raquel: ¡NO!- clava sus uñas en las manos de él.

Kenet: ¡Auch!, relájate pequeña gatita,si quieres rasguñar yo te daré un motivo- sonríe sobre su oído y le da un mordisco en el lóbulo de la oreja.

Raquel: ya quisieras, ¿a qué viniste?- se queda seria mirando hacia una pared.

Kenet: vine por ti,por saber cual era la desesperación por salir, ahora lo sé, querías tú libertad, princesa- recalca la palabra princesa con soberbia.

Raquel: ¡ya suéltame!- se remueve entre sus brazos inquieta.

Kenet: adivina- ríe en su oído. - tenemos la misma sangre tibia y deliciosamente real- desaparece.

Quedarme estática era poco decir, era jodidamente verdad; nuestra sangre no es común por lo tanto es más poderosa sin contar con el hecho de que era una droga para los demás. Ahora que kenet está libre, mi paciencia se agotaría al toque, tampoco sabría como ocultarlo de mi amiga, ya que él querría comérsela y dejarla seca como una pasa de uva. Estaba malditamente metida en un gran,enorme, problema.

Híbrida con Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora