-¡Despierta Alma!¡Ya es tarde!-se sintió que decía una voz a mi lado.
Abrí los ojos despacio, viendo que quien me despertaba era Matilde, la empleada que trabajaba en la enorme casa de mi abuelo. Ella practicamente me había criado, ya que mi madre había muerto cuando yo era pequeña.
-Ya voy-dije yo un poco adormilada.
Miré el reloj. Eran las 10 de la mañana.
-¡Apresurate!-contestó ella- Tu abuelo quiere verte ¡y ahora!Me levante rapidamente, fui al baño de mi cuarto, me cepillé los dientes, el cabello y luego me cambié. Me puse unos jeans rotos y una blusa holgada color rosa. Me mire al espejo al ver si estaba presentable y caminé por el pasillo hacia el cuarto de mi abuelo, que era el más extenso.
Mientras caminaba y miraba los diferentes cuadros, me encontré con mi hermano, Alexander. Él era tres años más grande que yo, por lo que tenía diecinueve años. Ya estaba estudiando en la universidad, pero había vuelto por las vacaciones de verano y por la enfermedad de mi abuelo.
Nosotros sabíamos lo terminal de la enfermedad de nuestro abuelo. Los medicos le pronosticaban pocos días más de vida. Cuando alzé la mirada, ya que él era más alto que yo, y mis ojos color gris claro se cruzaron con los color castaño oscuro suyos, supe que pensabamos lo mismo: el abuelo estaba peor que nunca.
-Hola, pequeña,-dijo con una sonrisa triste-¿También te llamó el abuelo?
-Hola Alex-dije con la misma sonrisa-. Sí, creo que quiere decirnos algo importante.
-Sí, también yo.
Caminamos en silencio hasta la habitación. Tocamos la puerta suavemente, para oir como una debil voz nos indicaba que pasaramos.
Ver a mi abuelo tendido en la cama, con ojeras pronunciadas y respirando con dificultad, hizo que se me escapara una pequeña lagrima, que fue consolada por un leve abrazo de mi hermano. Eramos muy unidos desde pequeños.
Alexander y yo teníamos mucho miedo de perder a nuestro abuelo, ya que era la única familia que no quedaba. Nuestros padres habían muerto cuando yo era una bebe y mi hermano tenía cuatro, por lo que no recordaba mucho.
-Pasen pequeños- la voz de mi abuelo retumbaba en mi interior. Yo intentaba no largarme a llorar, ya que estabamos en lo cierto: estas serían sus últimas palabras.
Nos acercamos lentamente y nos sentamos los costados de la cama, esperando respetuosamente a que nuestro abuelo hablara.
-No ocurre nada, niños.-comenzó a decir él, en un tono débil y bajo, pero de cierta forma sosegado-La muerte es solo un paso más en el ciclo de la vida, no hay razón alguna para temerle.
-No diga eso abuelo.-intervino Alexander, cuyos ojos tenían un brillo parecido al de las lagrimas-Se pondrá bien, verá que sí.
El abuelo rio suavemente, pero terminando en una tos entrecortada.
-Te pareces a tu padre, Alexander, en varias cosas.-dijo después el abuelo-Mi hijo era así, dispuesto a dar muchas cosas por los que quería.-en su rostro se veía la melancolía y la tristeza-De eso quiero hablarles, niños: me queda poco y los he cuidado durante toda mi vida. Desde la muerte de sus padres, los protegí de todas las amenazas que me temo quieren destruirlos a ambos.
-¿Amenazas?-pregunté, sin entender del todo lo que sucedía.
-Sí, Alma-me contestó él-, amenazas de las que han escapado durante estos años, pero que los han buscado insistentemente. Me voy y me falta tiempo para explicarles todo, pero presten atención: les daré una llave, con ella podrán entrar a aquella habitación a la cual de niños jamás os dejé ingresar, pero ha llegado la hora.
El abuelo abrió el cajon de la mesita de luz. De él sacó una elegante llave dorada, para entregarmela luego a mí. En aquel momento, las lagrimas ya corrían por mis mejillas y me era imposible pararlas.
-No llores pequeña.-me reconfortó él- En la habitación encontrarás una carta, una que debes leer y comprender, pues me temo que tu destino es mucho más grande y doloroso de lo que imaginas.-se giró a Alexander-Cuidala, es tu deber, de ella dependen muchas cosas, fuerzas que pueden ser...letales...cuidala...
Con esas últimas palabras, pude ver como la cabeza de mi abuelo caía inerte sobre la almohada, para no volver a moverse nunca más.
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Alma: La última guardiana
AdventureAlma es una chica de dieciseis años, que vive junto con su abuelo, su hermano Alexander y tiene a su mejor amigo Cristian. Sin embargo, el día que su abuelo fallece, descubre una habitación secreta, a la cual nunca había podido ingresar. Allí descub...