(Ella es Alma)
Habían pasado tres días desde el funeral de mi abuelo y aun no me recuperaba por completo. Alexander estaba ocupado con papeleos y no me prestaba mucha atención, aunque yo sabía que esa era su forma de combatir el dolor: en silencio.
Matilde también estaba devasta por la tragedia. OK, estoy siendo demasiado dramática, pero sí, estaba triste.
-Te trage un poco de café.
La voz de Cristián me saco de mis pensamientos. Los últimos días había estado en la mansión apoyandome, como siempre. Eramos amigos desde que eramos muy pequeños, nunca hacíamos nada por separado.
-Gracias-musité, dandole un leve abrazo.
Él me hizo una media sonrisa y dijo:
-Llamaron mis padres hace un rato. Dicen que mañana debo volver a casa.
Lo miré una fracción de segundo. No quería que se fuera, pero sabía que era lo correcto.
-Bueno-dije sin animos.
-No te pongas así-.me contestó Cristian- Sabes que nunca te dejaré sola.
Me miro con esos ojos gris azulados que tenía, dandome animos como siempre hacía. Cristian era una persona alegre y vivaz, con un cabello castaño claro corto y un poco más alto que yo. Tenía una sonrisa cálida con unos dientes perfectos.
Vivía en una mansión casi tan grande como la nuestra, aunque estaba la mayoría del tiempo conmigo. Su madre era agradable como su hijo, todo lo contrario a su padre, que era frio y distante.
Pasamos el resto del día juntos, pero cuando se fue, no pude evitar sentirme más sola de lo que estaba.
Luego de despedir a Cristian, decidí volver a mi habitación para revisar mi celular. A pesar de que no era la más popular de la escuela, tenía algunas amigas.
De camino, me encontré con el mayordomo Marcus, que venía con cara triste ya que él y mi abuelo eran amigos.
-Hola, Alma-dijo Marcus- ¿Ya abriste la carta?
《La carta》pensé. Había olvidado por completo tal cosa que mi abuelo me había dicho antes de morir.
-No, aun no lo hice, pero...-empezé, para luego detenerme en seco- Aguarde, ¿Como sabe lo de la carta? Se supone que solo mi hermano y yo lo oímos decir eso.
El mayordomo esbozó una misteriosa sonrisa.
-Su abuelo y yo eramos amigos muy cercanos-contestó él-. Yo sé muchas cosas, señorita, a veces desearía saber menos y le diría, pero juré no hablar de esto hasta que sea el momento indicado. Con permiso.
Marcus siguió con su camino como si nada, pero a mi me quedo su voz retumbando en mi cabeza.
《Yo se muchas cosas, señorita, a veces desearía saber menos》¿Qué tanto sabía? O mejor dicho, ¿Qué sabía que Alexander y yo no?
Le di vueltas al asunto para llegar a casi nada, pues solo tenía claro una cosa: había un secreto y alguien que, tal vez en el momento indicado, respondería mis dudas.
Cambié de rumbo y decidí buscar a Alexander. Teníamos que ver urgente que contenía esa carta. Lo encontré en el despacho de mi abuelo, con un monton de papeles esparcidos por el escritorio y con cara de abatimiento.
-¡Alexander!-le dije al entrar-Tenemos que ir ya esa habitación que dijo el abuelo y encontrar la carta que mencionó.
Le expliqué rapidamente mi encuentro con Marcus, para ver como mi hermano asentía y venía conmigo a ese misterioso lugar al que nunca pudimos entrar.
Nos dirigimos velozmente a la habitación, que tenía una gran puerta de madera pulida color chocolate. Nos acercamos y mi hermano usó la llave, para encontrar un curiosa biblioteca de madera con una mesa, un sillón y muchas estanterías con libros desordenados
Al entrar vi una mesita de madera, que tenía encima una caja dorada que llamaba mi atención. Pensé que ahí debería estar la carta. Caminé despacio hasta ella, miré a Alex para que venga hasta mi lado, y lentamente fui abriendo la caja.En el interior me encontré con un sobre de papel un poco amarillento, seguro por los años que tendría Además, tenía un sello de cera color rojo brillante.
También me encontré con un libro parecido a un diario gordo y de color marrón, el cual parecía tener muchos años más que la carta.
No le presté mucha atención al libro y me dirigí a la carta. Con mucho cuidado rompí el sello y saqué el papel escrito de dentro del sobre. Era un papel manuscrito.
Antes de leer miré a Alex. Por su parte, él parecía confundido.
-No hay nada escrito-.dijo Alex sin entender. Alma entendía porque: su abuelo siempre había sido un hombre muy sagaz en todo-Creo que el abuelo no estaba del todo cuerdo, al menos en sus últimos tiempos.
Hablaba con una expresión extraña en su rostro. Lo miré perpleja.
-¿Cómo que no hay nada escrito?-dije con un tono un sorprendido-Está escrita, yo la puedo leer claramente.
-No inventes, Alma-,me contestó con un tono enojado-¡Ahí no hay nada!- dijo un poco más fuerte, sin poder evitar dar un golpe brusco en la mesa.
-¡No jugaría con estas cosas, Alex!- contraataque-Es más, la leeré ahora mismo-y sin esperar una respuesta por su parte, empecé a leer la carta.
《Querida Alma:
Sé que si estás leyendo esto es porque yo ya no estoy allí, ni tu abuelo, ni padre tampoco. No tengo mucho tiempo, así que seré breve. Te preguntarás porque tu hermano o cualquier otra persona no puede leer esta carta, bueno pues eso es simple: nosotras somos una especie de guardianas de un portal entre el mundo en el que estas ahora y otro desconocido para ustedes, por ahora. Nuestro deber es protegerlo, pero algo salió mal, pues hay un enemigo que nos quiere destruir, a todas. Tu eres, hoy por hoy y en esta situción, la última de nuestra especie a salvo del peligro inminente. Cuidate, no confíes en cualquier persona... el portal está en el bosque, detrás de la mansión de tu abuelo. Cruzalo,salva los mundos... No queda mucho tiempo...
Te ama a ti y a tu hermano más que nada, su madre》
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Alma: La última guardiana
AdventureAlma es una chica de dieciseis años, que vive junto con su abuelo, su hermano Alexander y tiene a su mejor amigo Cristian. Sin embargo, el día que su abuelo fallece, descubre una habitación secreta, a la cual nunca había podido ingresar. Allí descub...