Al entrar en la inmensa luz, percibí como esta cubría cada centímetro de mi piel, cosa que me hacía sentir un torbellino de fuertes emociones: poder, orgullo, cariño, placer, alegría, curiosidad...
Mis sentidos se agudizaron, cosa que me permitió palpar en primera persona el poderoso intercambio de energia que había. Esta parecía fluir libre por mi cuerpo, a la vez que emanaba vida y pureza.
Los pocos segundos que nos tomó cruzar el portal, me parecieron largos, pero placenteros minutos. Deseaba seguir sumergida en aquella luz, quería seguir sintiendo esa vivificante sensación.
Una vez con los pies del otro lado de la luz, me sorprendí ante la falta de esos extraños sentimientos que me perseguían estando del lado anterior. Aquellas desesperadas ganas de cruzar el portal, los escalofríos que me recorrían el espinazo, el constante malestar al ver la luz azul...sencillamente, ya no estaban.
Levanté la mirada y caí en la cuenta de que estabamos en el claro de un bosque. Sin embargo, este no era como los que había en el bosque detrás de la casa del abuelo. Era mucho más frondoso y contaba con una enorme cantidad de plantas, de colores y formas muy diversas. Si bien estas características hacían que pareciera raro, era tan hermoso que podría haberme quedado horas inspeccionando cada rincón de aquel lugar.
Me había imaginado una enorme cantidad de cosas, tanto buenas como malas, que podría encontrarme allí. Sin embargo, jamás pensé en descubrir tal maravilla natural.
Estaba tan profundamente perdida en la belleza de aquel lugar, que me olvidé por completo de los chicos. Miré hacia atrás y ahí estaban, inmóviles como estatuas, contemplando lo mismo que yo.
-¿Saben dónde demonios estamos?- pregunto Cris, luego de un momento de silencio.
Alexander negó con la cabeza, de tal forma que parecía que estaba mareado.
-No, pero sí tengo una idea de dónde podría estar esa respuesta-dije yo, con un tono misterioso. Los chicos me miraron como leyendo mis pensamientos.
《El libro》
Sabía que allí hallaría, al menos, las respuestas que necesitaba ante la situación en la que estabamos.
-Chicos-les llamé la atención, rompiendo la silenciosa aura que se había formado entre nosotros-. ¿Por qué no nos vamos a sentar debajo de ese árbol, mientras busco dónde estamos?-pregunté, señalando un viejo arbol. Este era bastante grande, de una clase que en mi vida había visto. Debajo había unos extraños tipos de helechos color verde intenso, junto con unas preciosas flores que parecían paraguas abiertos de muchos colores.
Nos dirigimos hacia el arbol, aunque Cristian y Alexander no dijeron nada. Ellos sabían que iba a hacer, por lo que decidieron no molestarme.
Una vez ya cerca del árbol, me apoyé sobre una de sus grandes raíces y el tronco, para estar comoda e inspeccionar el libro.
Como ya había mencionado, el libro era de cuero color marrón, con un aspecto antiguo y hasta estaba raído en algunas partes. Pasé las páginas rápidamente, para notar que era un libro con muchas anotaciones, símbolos, dibujos y mapas, pero a la vez había hojas arrancadas que no eran del el libro. Estas hojas sueltas eran idénticas a la nota que dejó mi madre.
Decidí empezar por la primera hoja, como es lógico, la cual estaba escrita a mano como todo el libro.
《Ni la más perversa y poderosa
tormenta,
que solo sabe traer agonía y dolor,
podrá derribar el alma de una
guardiana,
pues esta es así la más pura y
valiente,
en cuyos actos refleja la nobleza,
junto a su sentido del deber sobre
todas las cosas.
No existe arma contra ella,
salvo una que evita toda ley y regla,
pues es su propio espíritu,
que puede salvarla o destruirla.
Por eso cuidado, ¡Oh, guardiana!
Tus decisiones determinarán el
rumbo de todo lo vivo,
ya que estas pueden traer paz y
prosperidad,
o bien guerra y desolación.》
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Alma: La última guardiana
AdventureAlma es una chica de dieciseis años, que vive junto con su abuelo, su hermano Alexander y tiene a su mejor amigo Cristian. Sin embargo, el día que su abuelo fallece, descubre una habitación secreta, a la cual nunca había podido ingresar. Allí descub...