Capítulo 1

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Una vez cada 100 años la luna se tiñe de un color azul muy llamativo elevando el poder de todos los demonios de los nueve mundos en donde viven marginados siendo la clase más baja de todas nubes

Cada mundo representa un valor... Una virtud... Un don...

Cada mundo es su propia nube, su propio gobierno, sus propias reglas...

Pero la regla que jamás se debe de quebrar entre cada nube es:

El amor se dará solo con los de tu propia especie

- No está permitido enamorarte de alguien que no sea de tu propio mundo, está claro Marinette?

- Muy claro... Demasiado diría yo

La familia Dupain Cheng pertenecía al noveno mundo en donde los ángeles descansaban y se profesaba la Ley Divina arraigada duramente sobre los hombros de cada familia

La novena nube era el paraíso... Era a lo que muchos aspiraban llegar y pocos lo lograban ya que era la entrada a la morada de la Deidad Suprema de todos los nueve mundos... Empíreo, el jefe

Las nubes eran esféricas, cada una más pequeña que la otra a medida que nos acercábamos al centro que era el primer móvil, la casa del Dios Empíreo...

Para llegar hasta allí hacía falta pasar lo que muchos llaman "test pretii" en donde ya sean varones o mujeres, humanos o féricos, demostraban que eran los mejores de su mundo, los mejores en su especie...

En su mayoría eran guerreros que mostraban sus dotes en el manejo de sus poderes otorgados por nacer bajo una determinada estrella: fuerza en pelea basados en la experiencia, destreza en la improvisación ante diferentes situaciones, intelecto y divinidad

Aunque fueran los más jóvenes de sus tribus poseían talentos innatos en cada uno de sus corazones asegurando su supervivencia o en muchos casos su linaje... El pertenecer a una guardia era el mayor privilegio

Se necesitaba ser especial para poder pasar la prueba y ser elevado al rango de "El Protector de Dios"; aunque fuera el jefe supremo no podía evitar que las sublevaciones culminen en un ataque hacia su persona

- Espero que te haya quedado muy claro, hasta que cumplas los 18 años solo irás a la escuela y nada más. Debes prepararte para la prueba que ya se acerca... - Espetó en tono autoritario imponiéndose sobre su única primogénita

- Pero ya estoy mayor como para que me estés controlando a tu antojo - Mascullaba una fémina molesta apretando los puños a ambos lados de su cuerpo sentada en su lugar correspondiente en el estrecho comedor- Ya estoy harta!! Marinette no hagas esto, Marinette no hagas aquello, cuando me dejarás vivir por mi cuenta!

- Eso pasará cuando ya no tengas que depender de mí, hasta entonces... Es mi casa, mi dinero, mis reglas, mis órdenes... Entendido señorita? - Habló de manera pausada, casi mecánica y vulgar al mismo tiempo

La azabache se sentía sola en aquel mundo en donde se suponía que la justicia y la bondad eran la estrella que los marcaba... El don con el que habían nacido, pero en cada generación se iba deformando el verdadero sentido de aquel don, era la realidad a la que no quería pertenecer...

- Sabes que?! Yo misma me castigo enviándome a mi habitación, fue una velada inolvidable... Gracias por la cena mamá - Se levantó totalmente furiosa con su padre y más consigo misma por no poder hacer nada para evitar molestarse

- Pero si no has probado bocado... -
A veces ella sentía que su madre, la segunda al mando Sabine Cheng, era la única racional del hogar, pero tenía que soportar las constantes riñas entre padre e hija

•|La Caida de la Novena Nube|• [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora