Cap. 3 "Bóvedas, Esperanza y Dolor"

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-Hola Gina... ¿Regresaste tan pronto?

Gina reconoció la voz de inmediato e instintivamente se hizo invisible, se levanto de la cama y adquirió una postura de defensa. Se encontraba en una habitación, su habitación. Tenia una cama, un tapete y un armario; en la pared contraria a la cama se encontraba una pared hecha completamente de vidrio y enfrente de esta se encontraba un hombre con bata, era viejo y sostenía un maletín con sus herramientas. Aquel hombre tenia una sonrisa maligna y algo divertida mientras observaba la habitación aparentemente vacía.

-Vamos que no vas a saludar a tu creador- A Gina le recorrió un escalofrió cuando dijo esas palabras, pero no pudo darle tanta importancia por el dolor punzante que sentía en el abdomen, recordándole que acababa de ser tratada y que no podía moverse mucho o podrían abrirse los puntos.

-Así que no vas a decir nada ehh- Se quedó pensativo unos segundos -Lamento no haber estado en la cirugía. Un baso roto era nuevo, quería documentarlo- Sus palabras no hacían más que revolverle el estómago a Gina, la cual seguía invisible y en silencio. Se acerco lentamente a la pared de vidrio y espero.

-Mamá esta molesta contigo, pero en su gran bondad-  Hizo una pausa dramática -Te perdono y te dará la oportunidad de redimirte. Solo tienes que decirme donde escondiste los archivos- La sonrisa del hombre se ensancho haciéndolo ver más arrogante -También dijo que si no me lo decías, me daría permiso de jugar contigo, sin importar que sobrevivas o no- Entro a la habitación y en su gran ego la dejó abierta. Caminó directamente a la cama, pensando que Gina estaba débil por la intervención y a pesar de estar invisible seguía recostada. Gina aprovechó ese descuidó  y antes de que se diera cuenta salio de la habitación. Ya afuera cerro la puerta con candado.

-¡Gina déjame salir!- Gritó el hombre al darse cuenta de su error. Gina se detuvo y lo observo unos segundos. Nunca iría  a decirle donde estaban los archivos, pero tenia miedo de los experimentos tortuosos que pudiera imaginar el doctor Ulises. El doctor Ulises hizo una mueca terrorífica, provocando que Gina retrocediera, él no pudo evitar soltar una risita al escuchar su traspié.

Gina respiro hondo y continuó. Recorrió el pasillo a paso lento por el dolor; aunque deseará mucho escapar aprovechando que ahora estaban desorganizados gracias a su último intentó. No podía. Tenía  que encargarse de algo primero. Llegando al espiral en vez de subir, bajo varios pisos. 

Al final del espiral se encontró en un semicírculo con tres puertas de metal solido con, al menos, tres candados cada una. Gina se dirigió a la puerta derecha tomo un pasador de su cabeza y empezó a abrir los candados uno por uno, termino y abrió la puerta. Dentro se encontraban un montón de discos en su respectiva caja, acomodadas en estantes. Gina se dirigió a un estante, que a diferencia de los otros, estaba cubierto con un vidrio grueso. Buscó detrás del estante, encontrando un pequeño trozo de tela atorado entre el vidrio y el estante, evitando que la caja se cerrara herméticamente. Con cuidado, abrió la caja, retiro un disco, lo miro unos segundos y volvió a acomodar el pedazo de tela tal y como lo había encontrado. Salió de la habitación y cuando esta volviendo a cerrar con los candados, escucho una voz que provenía del espiral.

-Cariño que no te enseñe a respetar a tus mayores ¿Porqué encerraste al doctor Ulises?- Gina volteó y observó a Carol parada justo enfrente del espiral. Gina, aun invisible, no se movió; esperando que no supiera que estaba ahí y que solo estuviera probando. Aunque algo en su interior le dijo que sabia perfectamente su posición -Gina tus heridas todavía no sanan- Continuó diciendo mientras se acercaba a ella -Será mejor que regreses y te disculpes con el doctor Ulises  por encerrarlo y así el pueda revisarte- Gina seguía sin moverse ni hacer ruido. Carol caminaba lentamente hacia ella, esta se levanto y corrió hacía el espiral lo más rápido que el dolor le permitió, intentando esquivar a Carol. Carol hábilmente la tomo de la muñeca y la levanto del suelo sin ninguna dificultad, el dolor de la muñeca hizo que perdiera la concentración y se hiciera visible. Carol la miro a los ojos.

-Cariño, creo que ya es hora de que te disculpes con Mamá por intentar escapar- Dijo esperando la respuesta de la menor. Gina no dijo nada y solo trato de liberarse. Carol la miró y apretó con más fuerza su muñeca, se escucho un pequeño crujido y Gina no pudo evitar soltar un gritó. 

-Contesta cuando alguien te esté hablando- Carol bajo la mirada al disco que tenia en la otra mano -¿Qué tienes ahí?- Le arrebato el disco a Gina, lo analizo brevemente y apretó aún más su muñeca; sé pudieron oír otros quiebres y un grito ahogado de la chica -Al parecer encontraste la manera de entrar a la bóveda, sacar un archivó de talentos, y salir sin que nadie se diera cuenta. Otra vez.- Alzo más alto a la chica para tenerla cara a cara. Gina le lanzo la mirada más desafiante que pudo, que no era mucho gracias al dolor y el creciente miedo en su pecho.

Carol, aun cargando a Gina de la muñeca, subió por el espiral de piedra, al pasillo donde estaba la celda de la chica. Abrió la puerta y dejo salir al doctor. Entró a la habitación y le dio un ultimátum a la chica

-Ahora espero que seas una niña buena y obediente, hazlo por tu Mamá- Con un movimiento rápido soltó su muñeca y la abrazo tan fuerte que está no podía respirar y los puntos en su vientre estuvieron a punto de abrirse -Si vuelves a portarte mal no tendré más opción que reemplazarte- Susurro a su oído, luego le dio un empujón; Gina cayó sobre su muñeca rota y no pudo evitar soltar un gemido. Cuando Carol salió de la habitación, la chica comenzó a sobarse su muñeca que había adquirido un tono azulado.

-Ulises, cuide bien de mi bebé- Levanto el disco en el aire para que Gina pudiera verlo -Tengo que llevar esto a su lugar- Con una actitud triunfal se encaminó al espiral

Gina la perdió de vista y volvió la mirada al doctor Ulises que se encontraba afuera de su celda buscando algo en su maletín.

-Es impresionante como aun después de la cirugía fueras capaz dé moverte, y aún más asombroso que todavía sigas consiente después de que Mamá te destrozara la muñeca- Dijo emocionado el doctor, encontró lo que estaba buscando, saca un dardo tranquilizante y siguió hablando -No me imagino el dolor que haz de estar pasando en estos momentos, tu resistencia a mejorado mucho, pero todavía no conocemos sus limites- Dijo con una sonrisa siniestra en su rostro.

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