Mi vida ¿Un desastre?

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- Abro los ojos, una luz tenue se filtra por mi ventana y golpea mi rostro. Me siento muy cansada, como si no hubiera dormido toda la noche, quizá sea por la ansiedad. Ah... maldita ansiedad que me destruye por dentro, soy una estudiante, pero estar a tan solo unos meses de terminar la escuela y graduarme hace que la presión me esté matando, sí... tan solo falta poco más de 3 meses para graduarme y finalmente decirle adiós a todo este sufrimiento que incrementa mi dolor.


El pueblo, en esta época generalmente hace calor, acompañado de lluvias, pero esta mañana hace frío, al menos el suficiente para tener una excusa y usar suéter. Tras levantarme y vestirme, me dirijo a la cocina para buscar que comer y luego ir a la academia de computación. El desgano se apodera de mí... Espero paciente frente a mi casa por el autobús, para poder ir a estudiar. 


Las clases en la academia transcurren con normalidad. Y después de ir a casa para almorzar y vestir con el uniforme, el cual consiste en una falda de cuadros con diferentes tonos de verde y gris, una blusa blanca de botones y cuello, calcetas caladas blancas a la altura de la rodilla y zapatillas negras. Finalmente estoy lista para lo más difícil de todo, el colegio. A pesar de tener algunos amigos ahí y que, con ellos me siento bien, por alguna razón estar en un ambiente en el cual hay mucha gente se siente doloroso... Sí, no hay sentimiento tan doloroso como estar rodeada de gente y sentirte sola, bueno sí, si lo hay en muchas otras formas, muchas veces siento que hay demasiadas formas de sentir dolor de manera emocional, y sé que es verdad.


Camino a través de la puerta del colegio, cuando de repente escucho una voz que llama mi nombre...

-¡Elizabeth! por acá, ven de prisa - Se trata de mi mejor amiga quién irónicamente lleva mi mismo nombre: Elizabeth. 

- Hola, que aburrido ¿No? esperaba que ocurriera algo lo suficientemente grave como para que suspendieran las clases, ¿tú no?

- Los milagros así son los más difíciles que ocurran - Sonrió burlándose de mi comentario, a lo que yo respondí con una sonrisa. Por alguna razón me gustaba pasar tiempo con ella.

A tan solo unos metros de nuestro salón de clases, el resto del "Grupito" como solíamos llamarnos, logró alcanzarnos. Nuestro círculo de amistad no era tan grande, pero era muy especial, teníamos mucha confianza los unos en otros y no dudábamos en jugárnosla por los otros, pero eso no impedía que me sintiera de cierto modo ausente, como si no perteneciera a ese grupo, como si no fuera suficiente para ellos, como si no mereciera ser parte de ellos y como si ellos fueran demasiado para mí, parece raro, pero siempre me he sentido así. 

Este es mi segundo año en este colegio, mi anterior colegio era muy diferente, comenzando por la estructura, mucho más pequeño, considerado como el mejor y más caro de todos los colegios de la ciudad. El colegio donde estudian los más grandes prodigios, pero el lugar que destruyó mi vida, en donde pisotearon mi autoestima hasta el punto de llegar a considerarme una basura, todo el ciclo primario fue un infierno en donde mis compañeros que debían ser buenos conmigo eran quienes se portaban de lo peor. Yo siempre fui la mejor estudiante ahí, la mejor en todo... deportes, artes, en las clases, en todo siempre fui la mejor, logré sobreponerme fingiendo que no me importaba, fingiendo que no era nada del otro mundo. Pues resultaba irónico ser la alumna más popular del colegio, que los estudiantes de otros grados y salones quisieran ser mis amigos, pero que mis compañeros de salón me odiaran.

Todos a excepción de Nanda, como suelo llamar a mi mejor amiga. Nos conocemos desde que teníamos  5 y 6 años, ella siendo un año menor que yo, fuimos compañeras durante 10 años y hemos sido mejores amigas desde entonces.

CambiosWhere stories live. Discover now