La noche se me estaba haciendo larga, las enfermeras solo entraron hace treinta minutos, para mi suerte estaba atenta. No me había dormido porque no podía, no podía cerrar los ojos sin que a los pocos segundo los abriera alarmada imaginando que viene alguien. Esto era estresante, necesitaba que Bastian me tranquilizara, necesitaba que él me dijera que todo va a estar bien, que su mamá despertaría y que él...él, se iría, un rayo de realidad me llego al pecho, nunca más lo vería, nunca más "soñaría" con él.
Como si mi epifanía fuera la señal precisa, un rayo, de los primero del día, asomo por la ventada. Mire en su dirección, ya entendía, había desperdiciado mi última noche con Bastian, inevitablemente una lagrima solitaria rodo por mi mejilla.
La puerta de la habitación se abrió dando paso a una mujer de cabello largo y en las puntas se podían apreciar unos exquisitos rizos castaños enredándose en sus caderas. Tenía la cara agachada viendo lo que tenía en las manos, parecía una ¿fotografía? No estaba segura, pues la cortina que le hacia el cabello me impedía descubrirlo.
Me enderece en mi asiento, había llegado la hora de defender a la mamá de Bastian, iban a pasar por mi cadáver para desconectarla, no sé si Bastian se equivoca o no, pero no pienso permitir que a ella le pase algo, es mi turno, es ahora a mí a quien le toca ser la que se enfrenta a todo por alguien más. Cuadre más mis hombros, cruce las piernas, puse las manos en mi regazo y rece para mis adentros para que mi cara se viera suficientemente dura para que ella me tomara enserio.
Se tomó su tiempo que ella mirara en mi dirección por lo que tuve más tiempo para realizar unas cuantas respiraciones y una mantra de tranquilidad, pero lo cierto es que por dentro, muy o poco adentro, temblaba como gelatina. La chica, sin aun nombre, levanto su vista y la clavo en la hermosa fémina que estaba a mi lado, pude apreciar desde donde me encontraba, la confusión de verme ahí sentada tomada de su mano, aferrándome a ella como si dependiera mi vida o su vida de ello, aunque técnicamente, la vida de ella si dependía de como peleara yo contra todos para que crean mi locura.
-¿Quién eres? y ¿Qué haces sosteniendo la mano de mi mamá?
-Soy Elena y vengo a impedir que aquí se cometa un asesinato.
Tal vez no fueron las mejores palabras, porque la cara de la chica paso de la confusión a la ira en unos pocos segundos, avanzo un poco más cerca de mí y me estudio con desdén, sabía que estaba cerca su comentario desdeñoso, eso se podía oler a kilómetros pero no iba a quitar mi dedo del renglón.
-¿De que estas hablando?
-No van a desconectar a tu mamá, Alice.- Me miro confundida y su cara sufrió una transformación
-Repito por última vez ¿Quién demonios eres? y ¿Quién te crees para hablarme así? Nunca te había visto y ahora vienes el día que le vamos a dar el descanso en paz a ella y nosotros a interrumpir y decir que vamos a asesinarla, eres una aparecida y quiero que ¡Desaparezcas ya!
Su cara se iba tornando más roja mientras iba diciendo cada palabra.
-¿Qué son esos gritos?- de repente ya no me sentía tan valiente, no cuando el hombre que acababa de entrar era enorme, avasallante y de aspecto feroz, se conservaba pero ahí estaban, leves, pero presentes los signos del paso del tiempo y la tempestad de que le arrebataran a su familia.
-Papá, llama a seguridad, no quiero ver a esta niña ni un minuto más aquí.
El hombre me presto toda su atención, pese a que soy peso pluma el me miraba como si fuera un sumo armado hasta los dientes.
-¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí?- su tono de voz se volvió más áspero y tenía un deje de amenaza y de conocimiento, como si supiera la razón de mi presencia pero quiere que yo lo confíese.
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Lazos del Destino
ParanormalEl destino siempre actúa de maneras misteriosas y los lazos que nos unen en algún momento nos harán encontrar de formas que ni nos imaginamos. Elena transitaba por el mundo siendo la sombra de sí misma, tras la partida de su padre, ella se hundió...