CAPÍTULO 1.- Sigue la aventura

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Al conocer a mis hermanos pensé que ya no necesitaría nada pero eso cambió al conocer a Marco, hubo un tiempo en el que ese hombre hacía feliz a mi hermano Ace y yo estaba bien con eso hasta que por alguna razón la vida decidió que yo estuviera con Marco, aun cuando pasamos por muchos problemas – más míos que de él- seguimos adelante hasta que por fin nos casamos pero las sorpresas no se detuvieron ahí Garp tenía otros planes para nosotros, el pequeño Dante llegó a nuestras vidas. Al principio fue difícil, un mundo nuevo para nosotros pero con el pasar de los días poco a poco el pequeño Dante se acostumbró a nosotros o nosotros a él pero no todo era tan perfecto, menos cuando llegaba la hora del desayuno.-

― Come.- dijo Marco sujetando la cuchara delante del pequeño rebelde.- No te bajaré de la silla hasta que vea tu plato limpio.

― ¿Sabes que vas tarde al trabajo?- dije mientras me acercaba a ellos.- Deja eso, yo le daré de comer.

― No, me di cuenta que dejas que el haga lo que quiera.- dijo Marco volteando a verme.- ¿Verdad travieso?- pregunto mirando a Dante.

Dante al ver a Marco sonreírle no pudo evitar reír, al final el pequeño cedió y terminó toda su comida, al dejar su plato limpio como lo había ordenado Marco seguimos con la siguiente pelea.-

― Dante, deja que Marco se vaya al trabajo.- dije mientras trataba de quitar al pequeño de los brazos de mi esposo.

― ¡No!- gritó el pequeño aferrándose más a él.- Papi.

― Puedo quedarme.- dijo Marco al oír esa palabra.

― Ahora eres tú el que cede a él.- dije molesto.- Dante, si lo sueltas te llevaré a ver a Koala.

El pequeño dejo de llorar, soltó a Marco y me abrazó, sabía que Koala era la que más lo consentía por eso le gustaba ir a visitarla Marco se despidió de Dante y de mí, al terminar de limpiar salimos de casa y nos dirigimos a casa de Koala, al llegar a la parada del autobús Dante no dejaba de buscar el vehículo que nos llevaría.-

― Tranquilo pequeño, no tardará en llegar.- dije al verlo emocionado.

― Papi.- dijo Dante al verme.- Papi.

― Si, ya entendí.- dije mientras lo sentaba a mi lado.- Quieres un dulce.

Saque un pequeño caramelo al dárselo llegó el autobús, al subir Dante saludo al conductor el hombre regresó el saludo.-

― Es un niño muy alegre.- dijo una señora al verlo saltar mientras pagaba el pasaje.- Pequeño no te vayas a caer.

Al sentarnos deje que Dante viera por la ventana y señalaba todo lo que conocía, Marco le enseñaba cómo se llamaba las cosas y eso hacía que la curiosidad del pequeño crecerá. Al llegar a casa de Koala se podía las galletas que ella preparaba para Dante, al entrar una charola ya estaba esperando al pequeño.-

― Hola Dante.- dijo Koala.- Mira hice galletas, las que te gustan.

― ¡Mío!- gritó emocionado, al bajarlo no tardó en correr a la mesa y pedir una galleta.- ¡Papi!- dijo Dante pidiéndome que lo subiera a la silla.

― Marco tienen razón, te consiento mucho.- dije al acomodarlo en la silla.

― Ignora a Marco.- dijo Koala poniendo una galleta en mi boca.- Come y hablemos de lo que hace este pequeño cuando no lo veo.

Comimos galletas y platicamos Dante solo nos veía hablar, más tarde el pequeño se aburrió y fue a caminar por la casa pero al alejarse de nosotros un ruido se escuchó y Dante comenzó a llorar al llegar con él lo vi en el suelo me asuste, lo tomé en mis brazos y al verle un golpe en su cabeza el miedo me hizo llevarlo al médico solo podía pensar en que Dante estaba herido por un descuido mío.

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