Capitulo 2:

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Iba a ir adentro de la casa, pero me acordé que me corrieron, entonces me senté en una banca de la entrada. El tal Eloy se sentó a mi lado.

Yo le hice mi mejor cara de odio y me moví a las escaleras de la entrada y ahí me senté. Justo le acabo de decir que no se me acercara y el se me pone a un lado, parece querer molestarme.

Eloy me miraba mucho, me fulminaba con la mirada, entonces me fui a otra parte.

No había más lugares donde sentarse, así que empecé a caminar en círculos a ver si algo pasaba, el raro de Eloy entró a la casa desde hace un rato, parece que se ha aburrido de burlase de mí.

Mejor para mi, por qué no lo quiero ver. ¿Cómo se atreve ese idiota a intentar golpearme? Y así se quiere llevar bien conmigo ¡Pero que ni crea ese raro que voy a ser parte de su familia! Primero muerto antes que ser parte de todo esto.

Ya me canse de caminar. Volví a la banca del principio y me encontré dinero, un billete arrugado que parecía muy abandonado. A ese tonto se le cayo su dinero. Pues el que lo encuentra se lo queda, eso le pasa por no cuidar sus cosas.

Cuando me salí hace un rato vi una tiendita, y tengo hambre. Tocar la puerta no es una opción, devolver esto tampoco, sería un tonto si devolviera este billete, y después de lo que me hizo que no espere una obra de caridad de parte mía.

Fui a la tiendita y me compré unos fritos y un refresco, pagué sin chistar, igual, ese dinero ni siquiera era mío.

Camine hacia la casa y vi a mi madre afuera, en la puerta de la casa, pareciera que me esta buscando

—¡A ti te estaba buscando! ¡¿Qué haces ahí?! ¡¿Por qué no estás adentro?!—Que preguntas las de mi madre.

—Te recuerdo que me corriste de la casa—dije rodando los ojos, pareciera que se le olvidó, aunque ella ahora finge demencia.

—¡SIN EXCUSAS! Ya entra a la casa—Me ha gritado, ahora quiere fingir que no me ha echado.

—¿Y si no quiero?—Reté.

Mi madre me agarro de la oreja y me metió a la casa del señor, de nuevo me tenía colgado de llavero.

—¡AY!—Chille—¡Ya entendí!

—Mas te vale—Soltó el agarre de mi oreja.

Mi madre comenzó a caminar a no se dónde y no tengo de otra más que seguirla, a parte de que tiene mi brazo de rehén.

Llegamos a lo que parece ser el comedor donde estaba toda la familia del señor cenando tranquilamente.

Mi madre se sentó en una silla, obviamente al lado del señor, su futuro esposo y yo en otra, intentando evitarlos.

Mi madre se puso a comer y yo no tenía plato de comida. Eche a todos una mirada cómplice, pero me ignoraban, entonces saqué mis fritos y mi refresco y empecé a comer, importándome poco que me regañaran, igual, ellos a mi no me han ofrecido comida, son unos groseros.

Al sacar fritos intentaba que el ruido de la bolsa resaltara en la sala, solo para que no crean que me quedo sin comer, no les daré ese gusto.

Hice suficiente ruido con la bolsa para que la atención se centrara en mí, después saqué una fritura de la bolsa y la saboreé así como si fuera un comercial, como si esto fuera lo mejor del mundo.

La diabólica no dejaba de mirar mis fritos, por lo que empecé a masticar con la boca abierta para que la mocosa oyera el crujido de mis fritos, disfruto de su envidia.

La niña se le notaba que babeaba por ellos, por lo que le extendí la bolsa y le dije

—¿Quieres?—la niña intentó quitarme la bolsa en un movimiento rápido pero yo quite la bolsa antes de que ella la tocara—Pues compra—No podía aguantar la risa de las caras que pusieron todos, pero tenía que seguir con lo mío, me puse de espaldas y seguí comiendo.

Estúpido hermano mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora