Sobre el general Rhudo

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Un guerrero apasionado como ningún otro. De constitución atlética y musculosa que batalló al lado del rey Bridas en mares y océanos de todo el planeta. En la dimensión donde habitaban, nunca sucumbió al peligro por más letal que fuera, y su indiscutible lealtad al rey y al reino, jamás fue cuestionada al punto de entregar su vida, para lo que no tenía miedo alguno. Fue el símbolo de una amistad inquebrantable y única que suscitó la acumulación de cuantas glorias fueron posibles, logradas a muerte por la sobrevivencia del mundo marino.

Temible depredador de demonios que sucumbió ante uno. Leal y fuerte, hasta que la maldad se apoderó de sus debilidades luciendo el vestido de la inocente perversidad femenina, que lo engatusó convirtiendo su indomable espíritu de guerrero en un mensajero del mal con la voluntad sometida a la respiración de Kamandra, y una nueva reputación para su espíritu. ¿Hasta cuándo? El mismo no lo sabía, cuando no era consciente de su estado.

Kamandra conocía a la perfección sobre la lealtad inquebrantable del general Rhudo hacia el rey, por lo que fue necesario preparar la pócima del mal que lo sometería plenamente. En medio de su hervor, pronunció las palabras que activarían su nefasto poder. Demonios y más demonios se asomaron desde la pócima que sazonaba el mal en una olleta metálica y renegrida. Sus labios mortecinos entonaron rezos diabólicos. La pócima estaba lista para invadir el cerebro de quien la bebiera, paralizando todo sano razonamiento y haciendo florecer los miedos, el odio, la envidia y la rabia condenados en el sacrílego encierro del subconsciente. Solo quedaba motivar el momento.

Valiéndose del grimorio, la bruja aprovechó la noche fantasmal para embelesar una vez más el espíritu de Rhudo. Desde su aposento, con rezos y conjuros infernales doblegó su voluntad languidecida, que no pudo oponerse al repentino deseo de visitarla. A la medianoche, se escabulló sigiloso de Aldana como en otras ocasiones, creyendo no ser visto, pero el rey Bridas, había olfateado su extraño comportamiento desde días atrás; lo interpretó como una desdicha emocional. A partir de la medianoche, era restringida la salida de Aldana para todos los habitantes en cumplimiento al protocolo de seguridad consagrado como ley; ni siquiera el General tenía permiso del rey, a menos que éste, lo aprobara en un caso extremo de emergencia...

Rhudo se abismó en las heladas aguas montando su cabalgadura, con la luz del llamado subliminal latente en su cerebro y cegado por el cúmulo de emociones desvirtuadas acosando en la irreflexión. Un cerebro que antes luciera destellos de sabiduría, en aquel momento, era atormentado entre la incertidumbre y el dolor, súbdito de pasiones postizas que el engaño sembró en su debilidad.

Guiado por el maligno poder, el general tomó el camino en dirección al valle, hacia las profundidades, sin turbulencias que lo detuvieran y a una velocidad que no había experimentado agazapado en el vientre de un extraño ciclón. El agua adoptó su extraña y mansa forma de obediencia para conducirlo al valle prohibido. El desplazamiento pareció tener un solo sentido en descenso, como si los obstáculos existentes de roca, tierra, montañas, cavernas y demás, se hubieran hecho a un lado al ser halado por la voz de la hechicera. La travesía de horas se hizo minutos entre los valles de Dortvlan y Kamandra. Fue un viaje mágico a través del tiempo.

El alcázar estaba frente a sus ojos. En el valle de la bruja, donde su diabólica existencia era sagrada, todo parecía obedecerle, como si su magia fuera la más poderosa de todas las magias existentes. El palacio relumbraba por su aspecto espeluznante, pero atractivo para el nuevo Rhudo. En aquel entonces, ostentaba enormes paredes construidas con trozos de carbón marino negro y azul, erguido sobre un risco, como si fuera un faro que anunciaba el final del descenso a las tinieblas. Radiaba en su entorno, por el ejército de bestias que proliferaban en los alrededores portando los genes del demonio. Bestias que nadaban, corrían y volaban complacidas por su naturaleza extraña y escalofriante.

El reinado de los TraivonsWhere stories live. Discover now