Capítulo 5. Ejecución Pública

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Estaba en el hospital, otra vez.

Luego de la exitosa operación fue llevado allí por un callado Strange, que apenas lo dejó a cargo de los médicos dio media vuelta y se fue. No lo vió sino hasta dos días después, con una confiada sonrisa en su rostro y una noticia que le dio tranquilidad e incomodidad a la vez: se crearía un nuevo equipo.

Los altos mandos habían decidido que un solo héroe no era suficiente para tratar con los problemas y responsabilidades que dejó el lado perdedor en la guerra civil. Al parecer Tony debía quedar casi muerto para que se dieran cuenta.

Grande fue su sorpresa cuando Stephen –yo-solo-protejo-a-la-tierra-de-amenazas-místicas– Strange le contó que él se encargaría de reclutar, entrenar y liderar hasta que estuviera recuperado y descansado. Sep, no se lo esperaba. Lo que el Hechicero tampoco esperaba fue que su Capa de la Levitación se negara a dejar a Tony, ella como Pedro en su casa se posicionó como una manta cubriendo al genio y no hubo forma de quitarla de allí. Oh sí, tuvo a una Reliquia como frazada y enfermera personal toda la semana que estuvo internado.

Una vez libre del hospital volvió a su torre porque no le dejaron volver a ejercer su deber como vengador hasta que estuviera completamente sano y haya descansado como se debía. Para ponerlo más gráficamente: en cuanto puso un pie en el terreno del complejo de los Vengadores un borrón rojo lo envolvió como relleno de canelón y lo dejó en la entrada de su mansión.

Decidió tomarlo como unas minis y merecidas vacaciones.

En la siguiente semana se hizo bastante cercano a su hermano de vello facial gracias a las decisiones y debates que habían con respecto a los nuevos reclutas. Luego de hablar repetidamente sobre la gran cantidad de negativas debido a las condiciones del tratado, el genio decidió poner manos a la obra y continuar con el plan que meses atrás fue ignorado.

En solo otra semana más, se habituó a la casi imperceptible vibración que el reactor en su pecho hacía. El mismo tuvo que ser modificado, ya no sólo debía mantener alejados los pocos fragmentos de metralla que fueron imposibles de quitar, si no que también debía cumplir una función igual o más importante, la cual decidió mantener oculta y dejó de pensar en ella tanto como pudo.

Estaba ya terminando de redactar las nuevas condiciones y puntos del tratado, el cual protegería los intereses de los héroes y personas que se unieran a los acuerdos y, como buscaba el primero, mantendría y generaría un orden y control sobre sus acciones y movimientos. Ya no sería algo bajo el control total del gobierno. Aún faltaba para que debiera presentar su borrador, pero sus investigaciones y obtención de pruebas avanzaban según sus planes e incluso más rápido. Además, debido a la continua negativa de los posibles integrantes del nuevo equipo, debía resolver ese problema rápidamente para no dejar más tiempo a su planeta desprotegido.

Satisfecho por su progreso, fue a su taller a mejorar su armadura. En eso estaba cuando recibió la esperada llamada del Rey de Wakanda. Luego de los saludos y algunas bromas de su parte, se pusieron a discutir el tema que el genio planteaba.

—Lamento escuchar la situación del Coronel, tengo entendido que es alguien importante para usted.

—Así es majestad, pero por favor tutéeme o llámeme Tony, como en los viejos tiempos —dijo con voz alegre buscando ignorar el pinchazo de dolor que sentía al recordar porqué y cómo se hirió su amigo.

Después de una breve explicación de su proyecto, planteó la necesidad de aquel valioso metal y su vital función en él.

—De acuerdo, a pesar de que es un recurso celosamente cuidado por mi pueblo no puedo ignorar la petición de un amigo de la infancia. Te enviaré lo que necesitas como agradecimiento por haber apoyado a mi padre con los Tratados de Sokovia—dijo el rey con calma.

Yo lo sé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora