"mi corazón"

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Mi corazón late muy fuerte pero ¿ Por qué?

Después de aclarar mis pensamientos el maldito profesor se comenzó a dar la clase.
Las clases de él eran las mejores, explicaba bien y si no le entendías iba a tu lugar a explicarte.

-Oye, ¿Te encuentras bien? Te ves un poco distraído - dijo Manuel poniendo su mano derecha a mi frente.

-Que bonitos ojos grises tienes- dije.

Estaba un poco cansado y mareado.

- ¡Profe Sebastián!-grito Manuel.

-¿Algún problema?

-Alejandro, se siente un poco mal. Lo llevaré a enfermería - Manuel dijo eso sin preguntar.

Manuel ya estaba parado y dispuesto a ayudar hasta que una voz lo interrumpió.

-Manuel, quédate en el salón de clases yo lo llevaré-dijo el profesor agarrándome y dándole una orden a Manuel.

-Pero profesor, yo lo puedo llevar.

-No, son mi responsabilidad y yo debo de ver por su salud en la hora de mi clase.

Manuel se sentó y el profesor les dejo unos ejercicios para que no hicieran otra cosa. El profesor y yo salimos del salón y comenzamos a caminar en los pasillos solitarios de la escuela, yo me puse nervioso ante esta situación.

-¿Por qué ayer no veniste a clases?- el profesor preguntó.

-Tuve un problema- respondí un poco serio y mareado - otra mentira más-pensé.

-Mientes.

-Lo siento pero yo nunca miento.

-Eso no te lo creó Alejandro-dijo mientras me tomaba de la mano.

-¿Qué estás haciendo?- dije molestó e inténtalo separar su mano de la mía.

El profesor al darse cuenta de eso me llevó a unos de los salones que estaban vacíos en la mañana.
Cerró la puerta del salón y se quedó ahí parado.

-Dejame salir-dije en tono serio.

-No-él me estaba mirando con enojo.

-¡Ya déjame en paz!-grite a todo pulmón.

Ante ese grito él se acercó a mí lentamente.

-No- pensé mientras bajaba la mirada para no verlo.

El agarro con su mano mi cara haciendo una leve caricia.

-Yo te cuidaré- dijo el profesor mientras acercaba su mirada a la mía.

-Tengo miedo-pensé y cerré los ojos para ya no verlo.

Él me beso, esto es raro. Yo tenía mis ojos cerrados no lo quería ver para nada del mundo.

Cuando de repente sentí qué ya había parado el beso, abrí lentamente mente mis ojos y me lo que de viendo fijamente.

-Tus ojos me gustan Alejandro.

Esas palabras me pusieron nervioso,y mi corazón no dejaban de palpitar.

-No cierres la boca cuando te bese, te estaré besando más hasta que aprendas.

Esas palabras me sorprendieron y me dejaron inmóvil.
El agarro mi barbilla y me beso de nuevo pero mi boca no estaba cerrada después de todo porque sentí como mentía su lengua en mi, su lengua hacia un movimiento dulce y tranquilo.

-¿Te gustó?- preguntó el profesor después de ese largo beso.

Esas palabras me hicieron ponerme rojo como un tomate.

-Te gustó-él profesor afirmó.

-Claro que no-dije apenado.

El profesor sin decir nada me agarró la mano y nos dirigimos a la enfermería. La enfermera comenzó a revisarme.

-¿Estás mareado?- pregunto la enfermera.

-Estaba mareado-respondí.

-Por lo visto no has desayunado.

-Entonces...se me bajo la presión por eso?

-Si.

-Entonces compraré algo, muchas gracias por atenderme-la enfermera sonrió.

-Hasta luego Ale y profesor.

El profesor me había entrado conmigo a la enfermería y se ve que estaba atentó a lo que decía la linda enfermera.
Cuando salimos de la enfermería comenzamos a caminar directamente al salón pero algo nos detuvo.

*Ghrr Ghrr*

Exacto, era mi estómago pidiendo alimentos.

-Vamos a la cafeteria-dijo Sebastián soltando una pequeña carcajada.

-Ire yo, no te preocupes-dije serio y comenzando a alejarme de el.

-Yo te llevo-al decir eso el profesor me agarró mi cintura y comenzamos a caminar a la cafetería.

-No me agarres así - dije apenado

-No, desde el inicio te dije que te ayudaría.

Estaba bien que me ayudar pero que no me agarrará la cintura. Cuando llegamos a la cafetería pedí unas galletas y una leche, nos dirigimos a la mesa más alejada de cafetería y el profesor y yo nos sentamos.

-Tienes que dar clases por favor retirate-dije.

-No quiero irme, prefiero estar contigo y aparte deje un trabajo demaciado complicado.

-No quiero tu ayuda-dije abriendo mis galletas y después dirigiendo mi mirada a el.

-Si no necesitas ayuda dime ¿Por qué me estás mirando a los ojos en este preciso momento sin sentir algún miedo.

¿Por qué a mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora