Capítulo II

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El sonido que dejó Victoria detrás fue detonante para Fernando. Apenas había pasado unos segundos y no podía imaginar que ya no estaba, después de haber pasado unas horas a su lado.

Fer, se dispuso a levantarse de la cama mientras recitaba con una voz ténue -Dónde habré dejado el movil-.

Mientras buscaba, estiró su brazo debajo de la cama y alcanzó una pequeña lámina, la misma le causó inquietud y se dispuso a acercarla hacia el.

El asombro le estremeció el corazón y cada parte de sí, era una foto, la cual les fue tomada por un aficionado en el Central Park mientras disfruta de un café junto a Marie.

-Pensé que ya no existía, aunque aún vives muy presente en mis pensamientos. Dijo con su ténue voz.

Se incorporó en pie, y se dirigió a la ventana, por la cual tenía una vista exacta hasta donde fue tomada la fotografía por aquel aficionado. Mientras se encontraba de pie, desnudo y pensativo, tomó la caja de cerillas y extrajo el único ejemplar que hasta ese momento le quedaba, lo encendió y lo llevo a sus labios, los cuales, suavemente mojaron el filtro de aquel placentero, distractor y a la vez arma silenciosamente homicida de pulmones sanos.

Suuuuu, espiaba Fernando una y otra vez. Mientras pensaba

-Pensar que por una oportunidad laboral decidiste irte de mi lado. No es que me vaya tan mal en el plano laboral, pero tampoco era tan necesario que te fueras, Marie. Sin embargo, aquel día en que tomaste tus maletas y te fuiste, fue la tarde en que conocí a Victoria. Quien inocentemente se acercó a mi pidiendo un poco de fuego. Algo irónico y a la vez chistoso, el fuego que acerque hacia ella, era el único recuerdo que dejaste en este apartamento y a la vez pensar que, ese fuego haría que despertase una atracción inexplicable hacia Victoria.

Se escuchó el sonido de una vibración pausada, con intervalo de tres segundos que inundó el aposento. Mientras Fernando acerco al cenicero su última cerilla, se acercó a la esquina de la cama para alcanzar el celular. Teniendo en sus manos, observó que le había llegado un SMS de Victoria.

-Qué extraño, si habías quedado que nada de SMS. Prosiguió y leyó:

Victoria: Fer, llámame es urgente.

-Es extraño, pero la llamaré. Dicho esto. Pulso el icono verde que represente las opciones de teléfono en el móvil y pulso el nombre de Victoria.

Mientras llevaba el teléfono a su oído izquierdo, entre el tono de la llamada y el sonido del tránsito de los vehículos que iban y venía por la Central Park West en el cruce con la calle 79, se escuchó en el paramento el tim-tummm, sonido característico de los timbre que Fernando había comprado, por sus convicciones de conservación.

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