Capítulo IV

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-¿Sí, Victoria eres tú? Se escuchó una voz del otro lado de la línea.

-Fernando, disculpa que te llame, no aguantaba las ganas de volver a escucharte, Arturo ha escuchado vibrar el móvil y he pensado que eres tú. Prosiguió Victoria.

-Habíamos quedado que nada de llamadas Victoria, que seguiríamos con lo acordado de vernos en la semana. Arturo expresaba estas palabras mientras disponía a vestirse.

-He pensado seriamente, y he decidido terminar con Arturo, no siento comodidad con el, no me hace sentir, no siento paz junto a el, a diferencia de ti, que haces que me conforte con tu paz y tus atenciones. Comentó Victoria.

-Victoria, es sabido por ti perfectamente cuales son mis sentimientos hacia ti, y aún no he desarrollado algo tan intenso como para pasar a una relación más seria. Expresó Fernando.

-Lo sé, me lo dejaste bien claro aquel día en que me diste fuego para mi cigarro, sabes que, disculpa por llamarte. Dicho esto colgó la llamada y se dispuso a entrar al baño, con unas pequeñas lágrimas que empezaban a mostrar sentimiento y enojo.

Sin embargo, Fernando con sus convicciones claras, se disponía a dejar su pequeño estudio para despejar la mente, puesto que era su día libre.

Victoria se miraba en el espejo, se cuestiona y pensaba en las palabras que había dicho "he pensaba terminar con Arturo". ¿En verdad era aquello lo que quería?

-He sido una estúpida,  no debí expresar mis sentimientos de esa manera. Fernando, eres un idiota, un maldito idiota que me hace sentir como nunca en mi estúpida vida me sentido. Expresaba Victoria.

Mientras decía estas palabras aquellas lágrimas que apenas se asomaban, ya se había convertido en un pequeño arroyo que denota un sentimiento profundo.

-Pensar que hace una semana estábamos tan cómodos en tu estudio, disfrutando de la química que hemos alcanzado y disfrutado tantas veces. Se continuaba diciendo Victoria.

Mientras Victoria mantenía un monólogo consigo misma, se escuchó un tim-tum, era el timbre del  apartamento de Arturo.

-Joder, quien será? Se cuestionó Victoria. Seguido, comenzó a limpiar su rostro y cambiar la expresión de enojo por una más expresiva.

Llegando al pica porte, acercaba su delicada y blancuzca mano con un poco de trémula. Al abrirla, su expresión se convirtió en asombro, era Fernando.

-He venido porque me han preocupado un poco tus palabras, no pienso entrar, solo vine para que sepas que las cosas deben seguir marchando bien. Y, he venido a compartir un cigarro. Expresó Fernando.

Victoria no hizo comentario alguno, disfrutaron el cigarro juntos y luego de ello Fernando se marchó.

Mientras Victoria se acercaba al control de la televisión, escuchó la puerta que se abría, pensando que era Fernando, se dispuso a llegar a tiempo a la puerta, al abrirse, se dió cuenta que era Arturo, quien acompañado de una hermosa, delicada y voluminosa joven expresaba:

-Cariño, que bueno que estas aquí, te presento a Marie, ella es mi prometida Victoria.

Las palabras de Victoria no pudieron ser expresadas, mientras que Marie la observaba de manera exaustiva, mientras al mismo tiempo observa el pasillo y los objetos que en el se encontraban.

Dentro de ellos un pequeño e  inexpresivo objeto llamó su atención. Era uno que conocía a kilómetros de distancia; Cómo podía olvidar aquel encendedor que había olvidado en el estudio de Fernando. Quién, no lo había olvidado por casualidad, sino para dejar un recuerdo que Fernando utilizaría todos los días.

-¿Cómo has llegado hasta aquí? Se preguntó Marie de manera subjetiva.

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