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Me encontraba caminando en dirección hacia el salón en el que se desarrollaría la recuperación final de Geografía y Historia.

Decir que ahora mismo podría escuchar los latidos de mi corazón cualquier persona que llegase a pasar por mi lado, era quedarse corto.

Cuando me quede en frente de la puerta, tragué en seco y la abrí con torpeza camuflada a la par que me percataba de un hecho vital.

No había nadie más que yo en la clase.

Me quedé parada con los músculos tensados y la sangre helada, mientras mi mano aún seguía presionando el pomo.

__B-Buenas

Dije finalmente mientras tomaba asiento enfrente del escritorio del señor Bakugo, y el cual se encontraba observandome desde el instante en que entré.

Bajé mi cabeza, con la vista puesta solamente en el escritorio a la par que sacaba el material necesario para poder completar el examen.

Escuché como una silla era arrastrada y seguido de eso, una hoja blanca era posada sobre mis manos, las cuales, hacía unos segundos permanecía observándolas en busca de distraerme.

Alcé mi cabeza, encontrándome con su mirada y su par de orbes rojizos cual llamarada proveniente del fuego del mismísimo aberno.

__Le dictaré las preguntas así que espero que no me haga repetirlas.

No podía creer lo que por mi garganta estaba a punto de salir.

__Pero aún falta gente.

Seguí observando su expresión en busca de ver si mi comentario había llegado a molestarle, por suerte, en su rostro, aquellas dos antorchas se suavizaron pero su expresión siguió sin mostrar lo que por su mente pasaba.

__Eso no le incumbe ni a usted ni a mi. Los demás deberán aguantarse ya que es su culpa por llegar tarde.

Asentí preocupada por la reacción que tendría la gente al ver como no podrían hacer su prueba.

Las dos horas de examen empezaron tras ser dictadas las preguntas y junto con ellas,  llegó mi suspenso.

Tal vez hubiese sido mejor el hecho de entregar el examen y simplemente largarme de ese lugar cual zorro asustado y con el rabo entre sus patas. Pero no, la maldita curiosidad me carcomío y hizo que cayese de nuevo al mundo real.

Salí fuera del salón, con la cabeza gacha, esforzándome por llegar al baño y así poder llorar en soledad.

Ni siquiera las miradas de odio por parte de mis compañeros fueron capaces de detener mi trayecto silencioso y fantasmal.

Cuando llegué, me adentré dentro de un lavabo y apoyé mi cabeza sobre mis manos empezando asi a sollozar silenciosamente mientras me maldecia interiormente

__''Un maldito 3,2.¿Ni siquiera puedes llegar al cuatro?

Y la tortura mental siguió el mismo rumbo durante varios minutos más, después me dirigí hacia otro salón en el que se transcurriria otra recuperación.

Mientras caminaba cual fantasma rencoroso con este mundo, pasé por la sala en la que solían pasar los profesores su tiempo libre.

__Ya te dije que no

Fruncí el entrecejo al escuchar aquella discusión. Me quedé quieta en frente de la puerta, la cual estaba entreabierta. Agudicé el oído en busca de poder escuchar con más claridad aquella conversación.

__Deja de ser tan tozudo, ya sabes muy bien lo que tu padre desea.

__Estoy harto de cumplir sus caprichos siempre sin importa le en lo más mínimo mi opinión.

__No es un capricho, el sabe mejor que tu como puedes llegar a ser feliz

Me quede atónita ante aquellas palabras, pero aunque lo peor estaba por venir.

__¿¡Huh!?

En un intento de suavizar el ambiente, carraspee,  consguiendo así que la atención se posase sobre mi únicamente.

El antes fruncido ceño del rubio cenizo, se suavizó, agradeciéndome de una forma que ni siquiera yo logre percibir.

Pero ese silencio fue quebrado por la mujer de hacia unos momentos.

El estilo de peinado que poseía y el color de sus cabellos, daban indicio de que, o era su hermana o su madre.

Aunque, al observarla durante un instante más, me dí cuenta de que realmente era su madre.

__Vamos hijo. ¿Que te cuesta contentar a tu padre?

Mi vista se posicionó esta vez en mi profesor.

Un vena se lograba ver a través de su frente y con total autocontrol perfecto, logró tragarse la infinidad de blasfemias que estaba a punto pronunciar.

__¿No puedes esperar ni siquiera hasta que mi alumna se vaya?

Me acerqué silenciosamente hasta el de orbes rubíes y toqué su hombro con suavidad, en un intento logrado de captar su atención.

__Lamento molestarle, pero me preguntaba si podría decirme en que clase se hará la recuperación de estas dos horas.

Por suerte, no me preguntó si tenía el horario, simplemente sacó una carpeta en la que guardaba el horario de los exámenes y sus respectivas aulas.

Con uno de sus dedos, señaló la materia respectiva a esta hora. Mientras intentaba alargar ese momento, escuché como la conversación era renaudada por parte de sus madre, pero, esta vez me hablaba a mi.

__Pero si formáis una pareja hermosa. ¿A que si cariño?

Ante esa repentina pregunta, abrí mis ojos más de lo normal mientras me debatía por que decir.

Primero observé el rostro de la mujer. Me observaba con la esperanza de que le diera la razón.
Luego, miré a su hijo, que permanecía en silencio, deseoso de poder callar a su familiar sin necesidad de nadie.

__Se que no le gustará lo que voy a decir, pero usted es la que pidió mi opinión.

Bajé mi vista a la par que fruncía el centro preocupada por que no les guste mi respuesta.

__Sinceramente, creo que debería respetar la decisión de su hijo, después de todo, es su vida, usted y su marido han vivido la suya. ¿Acaso no debería poder vivirla con libertad?

Salí fuera sin preocupación algúna por escuchar la respuesta de aquellos dos rubios.

Me dirigí hacia las que serían dos horas en el purgatorio y después, otras dos más.









Un profesor demasiado estricto (Bakugo Katsuki x tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora