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No podía parar de pensar en lo sucedido.
Su lengua entrando en mi boca, como me posicionó sobre su escritorio, como intenté alejarlo pero él, sin esfuerzo alguno, atrapó mis manos con una de las suyas.

La otra mano la empleaba en posicionarla detrás de mi nuca para que no pudiese separarme de él, pero, necesitaba hacelo. Necesitaba respirar ya que el oxígeno en mis pulmones se hacía cada vez más escaso, cada vez me volvía más necesitada de respirar.

Patalee todo lo que pude y cuando conseguí fastidiarlo tanto como para que se separase de mi, pude al fin inhalar una gran bocanada de aire fresco.

Me eché para atrás, cerré mis ojos y me centré en escuchar mi respiración agitada, hasta que volví a abrir los ojos y vi como ahora estaba recostada al completo sobre su escritorio y él encima mía. Me sonrojé y puse mis manos sobre sus hombros para intentar alejarlo, pero no funcionó, era demasiado fuerte, o yo ya estaba demasiado debilitada después de semejante experiencia.

_Ya puedes irte.

Me sorprendió de forma grata esa frase, pero no dudé en levantarme rápidamente de su escritorio y colocar bien mi ropa. Peiné un poco mi pelo con ayuda de mis manos y cuando estaba en frente a la puerta, sonreí, hasta que cogí el pomo y escuché.

_No creas que será la última vez.

Tragué saliva, agaché mi cabeza, hice contacto visual con el y dije.

_No crea que esto le saldrá gratis.

Salí de su despacho y fuí al baño para poder verme en el espejo.
Cuando llegué ahí y vi mi reflejo, las lágrimas no tardaron en resbalar por mis mejillas.
Apoyé mis manos sobre la puerta de uní de los cubículos para luego entrar y seguir llorando.

Mi garganta dolía de reprimir el llanto, pero no tanto como el dolor que sentía en mi pecho.
Era el sentimiento de la vergüenza y la impotencia. Sentimientos que nunca desearía que alguien los llegara a sentir como yo.

Al ya no poder ser capaz de llorar más, salí del cubículo y me volví a mirar al espejo.

Había el reflejo de una adolescente destrozada, con mirada cansada y ojos rojos.

Cerré los ojos, inhalé y exhalé un par de veces hasta que me sentí capaz de ir a mi siguiente clase.

Antes de salir del baño, cogí el justificante que me dio el rubio y al ver su letra, volví a cerrar los ojos. Me apoyé en una pared ya que sentía que no tenía fuerzas para mantenerme a mi misma en pie.

"¿Cómo llegué a esto?"

"Creo que en otra vida, debí haber sido Hitler, Stalin, o Franco, porque si no, no me explicó porque coño me pasa esto"

Tras seguir hablando conmigo misma, salí del baño a la par que el timbre sonaba y retumbaba en mis oídos.

Fui a la clase que me correspondía y la profesora aún no había llegado. Mis compañeros de clase, por otra parte, si que estaban, al igual que mi amiga. Esta se acercó a mi y me dijo

_Hey,¿que te pasó?En la otra clase no estabas

Sonreí sin mirarla y agaché mi cabeza.

_En clase te lo cuento.

Sip, se lo iba a contar, todo, pero no sin antes decirle que no lo mencinase a nadie, nunca en su vida.

Un profesor demasiado estricto (Bakugo Katsuki x tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora