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Querida Sadie:
¿Recuerdas mi fiesta de 15 años? Para ese tiempo tú ya estabas distante. Te daba vergüenza mostrarme como mejor amiga frente a los demás, nunca me hablabas si la conversación no la comenzaba yo, me ignorabas o hasta te burlabas de mí. Pero yo me mantenía optimista, y hacía oídos sordos a mis amigos, que decían que eras tóxica para mí. Te amaba. Da igual, lo único que quería en mi fiesta era que tú estés ahí. Y desde luego, que todo fuese como antes. ¿Sabes cuántos deseos de cumpleaños te dediqué al soplar mis velas cada año? Al menos 6. Y debes saber que, para mí, dedicarle un deseo a alguien o que mi deseo tenga que ver con mi relación con esa persona, es un verdadero privilegio. Sí, apareciste en la maldita fiesta. Mis papás gastaron dinero que no tenían, una cantidad inimaginable para mi familia, sólo para que yo me divirtiera. Y puse mis mejores ganas, pero me hiciste pasarla mal. Me rompiste con cada comentario, como te encantaba hacer. Y después, cuando nadie te veía, volvías a mí arrepentida, para que yo continue haciéndome ilusiones. Juro que yo quería sacarte, quería apartarme, quería estar bien, pero no podía contigo. Te dediqué un estúpido discurso esa noche, como a las demás personas de mi lista especial. Que desperdicio. Lamentablemente hay más cartas, no todo termina aquí, no es todo lo que lograste causar. Nos leemos pronto Sads.
