IV

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 Mi madre no había tenido funeral, todo era increíblemente costoso y aunque era un sacrificio que quería hacer, mi presupuesto no llegaba ni por asomo, la gente en la morgue me presionaba para sacar su cuerpo de ahí o permitirles cremarlo y, con lágrimas en los ojos, acepte. Will solo observo.

Meses habían pasado desde aquello, William había compartido mi pesar por un tiempo, hasta que decidió que coquetearme e insinuarse más me haría sentir mejor. Había aceptado ser su novia, él se encontraba realmente feliz pero yo...Yo no podía dejar de sentir tristeza.

No tenía como pagarle, había sido despedida por faltar dos días al trabajo, la única manera que encontraba de pagarle era siendo su novia... Pero no lo soportaba, aunque él era mi mejor amigo que me toque como lo hace me provocaba asco.

Pasaba horas restregando mi cuerpo en la ducha cada vez que le fingía una sonrisa, un gemido, un orgasmo, cada palabra amorosa que salía de mi boca hacia él era como una puñalada hacia mi inexistente autoestima y hacia mi corazón... Estaba logrando odiarlo y la única culpable era yo.

Tenía miedo de que si no hacia eso me dejara en la calle o tomara el ejemplo de Henry, iba a diario a casa de los Roberts, incluso me quedaba ahí semanas enteras junto con Grace, ellos adoraban con su alma a Grace y algunas veces, ella se quedaba con ellos sin mí para yo volver acá, no soportaba este departamento pero era más fácil ser solo yo. No me arriesgaba que le pasara nada a Grace.

La época de lluvia había empezado provocando que el frio se calara por mis huesos, frotaba con frecuencia mis manos para luego meterlas en la única chaqueta que tenía para protegerme del frio, caminaba por las grandes calles del centro en busca de un nuevo trabajo. Pequeñas gotas de agua empezaron a caer en mi cara anunciándome que debía buscar donde refugiarme.

Entre en una pequeña librería que enseguida me hizo sentir cómoda, tenía un habiente cálido con un refrescante olor a chocolate, a mi izquierda se encontraba un recibidor que hacia el papel de mini cafetería a la vez, a mi derecha tenía unas mesas cerca de una gran ventana la cual tenía las cortinas amarradas a los lados, frente a mi habían miles de estanterías repletas de libros y una señora de avanzada edad salió por uno de los pasillos colocando dos tazas de lo que parecía ser chocolate caliente en una de las mesas frente a la ventana. Se voltea a mí con una enorme sonrisa, limpiando sus manos en el delantal.

-¡Bienvenida, querida! Siento tardar en recibirte es que estaba atrás preparando chocolate y me pase un poquito así que como te escuche entrar decidí traer dos tazas. –Se acercó a mí y tomo mis frías manos.- ¡Dios mío, muchacha! ¡Estas helada! Necesitas esa taza con urgencia.

Se dirigió a la mesa y la seguí de cerca, se sentó inventándome a hacerlo, tome una de las tazas mientras ella miraba hacia afuera, las personas corrían buscando donde refugiarse de la lluvia que se había intensificado.

-Es un lugar muy bonito. –Rompí el silencio.

-¿En serio lo crees? –Sonríe ampliamente.

-¡Por supuesto! Estar aquí es... -Pienso la palabra, analizándola.- Es como estar en una mejor casa.

Ella sonríe cálidamente y yo me estremezco, bebo del chocolate saboreando cada deliciosa parte. Hacía semanas no probaba bocado porque aunque vivía con William y la comida no nos faltaba, me negaba a agarrar más de lo necesario para Grace, podía controlarme perfectamente.

Me sentía bien así, comer me provocaba dolor y no podía permitir que me enfermara.

-Eso traerá problemas más grandes. –La voz de la dulce mujer sonó captando mi atención.

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2018 ⏰

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