XVI

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Te miré con horror, mientras mis lágrimas salían sin detenerse.
Gritabas y gritabas, pero yo no escuchaba solo podía ver, estaba petrificada por el horror de tales vistas.
Tú, mi bello ángel, te retorcías de dolor y gritabas. A tu espalda le crecieron alas. Y yo las admiré tanto como pude.

El sueño de Emma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora